La evidencia empírica de que disponemos en política
comparada nos indica de manera concluyente que los gobiernos de
coalición benefician al partido que lo preside. En España no hemos
tenido gobiernos de coalición estatales, pero sí en comunidades
autónomas y municipios y la conclusión es la misma.
Si exceptuamos el
caso de Rodríguez Sahagún, del CDS, que se convirtió en alcalde de
Madrid como consecuencia de que el PP, con muchos más concejales, lo
apoyó en una moción de censura para desalojar al PSOE con la finalidad
de tener el terreno despejado para llegar a la alcaldía en las
siguientes elecciones, no ha habido ningún otro caso relevante de un
partido que mejore su posición tras haber participado en un gobierno de
coalición sin dirigirlo. La excepción Rodríguez Sahagún es un caso claro
de confirmación de la regla.
Quiero decir que no
acabo de entender el porqué de la ansiedad de Unidas Podemos por
integrarse en un gobierno de coalición presidido por el PSOE. El
Gobierno, políticamente, es el presidente del Gobierno. Los ministros o
ministras que tienen relevancia política son aquellos o aquellas a los
que el presidente del Gobierno distingue de los demás como su
colaborador o colaboradora más directo.
La mayor parte de los ciudadanos
no conoce a la mayor parte de los ministros o ministras ni las carteras
que ocupan. No son, por tanto, capaces de identificar lo que han hecho o
dejado de hacer. Lo bueno se queda en el haber del presidente del
Gobierno. Lo malo se comparte. Es una consecuencia de la deriva
presidencialista que se ha producido en todos los regímenes
parlamentarios en los últimos decenios, que no ha hecho más que ir a más
y que sigue yendo a más.
La visibilidad que proporciona la participación en el
gobierno de coalición es limitada. Y es, además, una visibilidad que se
te adhiere de manera inseparable en todo lo que el Gobierno haga mal y
de la que apenas te beneficias en lo que el Gobierno hace bien. No está
nada claro que la dudosa y potencialmente contradictoria de visibilidad
que se adquiere compense la pérdida de autonomía que la integración en
el Gobierno comporta.
Es la composición del Congreso
de los Diputados y la necesidad del Gobierno socialista que se
constituya de los 42 escaños de Unidas Podemos lo que le proporciona a
este último su influencia en el programa político que se pueda poner en
práctica. No su eventual participación en el Gobierno. El Gobierno no va
a poder dar un paso sin contar con esos escaños, dada la oposición
frontal con la que va a contar de los 151 escaños de la derecha. No va a
poder, a la inversa, evitar retroceder frente al empuje de esos 151
escaños, sin el concurso de Unidas Podemos. El PSOE necesita a Unidas
Podemos tanto para avanzar como para no retroceder.
No
es necesario estar en el Gobierno para tener garantías de que el
Gobierno va a ejecutar el programa que se haya pactado. Entre otras
cosas porque cada año hay que aprobar los Presupuestos Generales, que es
donde está la garantía de la ejecución de un programa de gobierno.
¿Está segura la dirección de Unidas-Podemos de que puede ajustarle las
clavijas al Gobierno del PSOE mejor estando dentro que manteniéndose
fuera? ¿Tendrá más autoridad para hacerlo en el primer supuesto que en
el segundo?
La autoridad moral que Unidas-Podemos
adquiriría si desbloqueara la investidura tras la cerrazón del PSOE en
general y de su presidente en particular, no debería dejar de ser tomada
en consideración. La sociedad española está viviendo con angustia el
bloqueo de la investidura y la posibilidad de tener que volver a las
urnas. Convertirse en intérprete de esa angustia y diseñar una salida
para la misma no puede dejar de tener rentabilidad política. Sería un
activo para Unidas Podemos en el presente y en el futuro. La vida no se
acaba con la investidura. Es importante ver las cosas con una cierta
perspectiva.
La no integración en el Gobierno
permitiría, además, a Pablo Iglesias ocupar un lugar de mucha más
relevancia en el escenario político del que podrá ocupar con un gobierno
con ministros/ministras de Unidas Podemos. En un partido que ha
atravesado por dificultades que son sobradamente conocidas, tener a un
secretario general plenamente operativo y sin hipotecas no es poca cosa.
No es del presente de lo que la dirección de Unidas Podemos tendría que
estar preocupándose, sino del futuro inmediatamente posterior a la
investidura. Desbloqueando la investidura y controlando desde fuera la
acción del gobierno estaría en mejor posición para hacer política que
integrándose en el mismo.
Quítense la ansiedad de
encima y vean las cosas con un poco de perspectiva. La cerrazón de Pedro
Sánchez le está proporcionando una oportunidad de oro.
(*) Catedrático de Derecho Constitucional
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