viernes, 13 de septiembre de 2019

Ansiedad injustificada / Javier Pérez Royo *

La evidencia empírica de que disponemos en política comparada nos indica de manera concluyente que los gobiernos de coalición benefician al partido que lo preside. En España no hemos tenido gobiernos de coalición estatales, pero sí en comunidades autónomas y municipios y la conclusión es la misma. 

Si exceptuamos el caso de Rodríguez Sahagún, del CDS, que se convirtió en alcalde de Madrid como consecuencia de que el PP, con muchos más concejales, lo apoyó en una moción de censura para desalojar al PSOE con la finalidad de tener el terreno despejado para llegar a la alcaldía en las siguientes elecciones, no ha habido ningún otro caso relevante de un partido que mejore su posición tras haber participado en un gobierno de coalición sin dirigirlo. La excepción Rodríguez Sahagún es un caso claro de confirmación de la regla.

Quiero decir que no acabo de entender el porqué de la ansiedad de Unidas Podemos por integrarse en un gobierno de coalición presidido por el PSOE. El Gobierno, políticamente, es el presidente del Gobierno. Los ministros o ministras que tienen relevancia política son aquellos o aquellas a los que el presidente del Gobierno distingue de los demás como su colaborador o colaboradora más directo. 

La mayor parte de los ciudadanos no conoce a la mayor parte de los ministros o ministras ni las carteras que ocupan. No son, por tanto, capaces de identificar lo que han hecho o dejado de hacer. Lo bueno se queda en el haber del presidente del Gobierno. Lo malo se comparte. Es una consecuencia de la deriva presidencialista que se ha producido en todos los regímenes parlamentarios en los últimos decenios, que no ha hecho más que ir a más y que sigue yendo a más.

La visibilidad que proporciona la participación en el gobierno de coalición es limitada. Y es, además, una visibilidad que se te adhiere de manera inseparable en todo lo que el Gobierno haga mal y de la que apenas te beneficias en lo que el Gobierno hace bien. No está nada claro que la dudosa y potencialmente contradictoria de visibilidad que se adquiere compense la pérdida de autonomía que la integración en el Gobierno comporta.

Es la composición del Congreso de los Diputados y la necesidad del Gobierno socialista que se constituya de los 42 escaños de Unidas Podemos lo que le proporciona a este último su influencia en el programa político que se pueda poner en práctica. No su eventual participación en el Gobierno. El Gobierno no va a poder dar un paso sin contar con esos escaños, dada la oposición frontal con la que va a contar de los 151 escaños de la derecha. No va a poder, a la inversa, evitar retroceder frente al empuje de esos 151 escaños, sin el concurso de Unidas Podemos. El PSOE necesita a Unidas Podemos tanto para avanzar como para no retroceder.

No es necesario estar en el Gobierno para tener garantías de que el Gobierno va a ejecutar el programa que se haya pactado. Entre otras cosas porque cada año hay que aprobar los Presupuestos Generales, que es donde está la garantía de la ejecución de un programa de gobierno. ¿Está segura la dirección de Unidas-Podemos de que puede ajustarle las clavijas al Gobierno del PSOE mejor estando dentro que manteniéndose fuera? ¿Tendrá más autoridad para hacerlo en el primer supuesto que en el segundo?

La autoridad moral que Unidas-Podemos adquiriría si desbloqueara la investidura tras la cerrazón del PSOE en general y de su presidente en particular, no debería dejar de ser tomada en consideración. La sociedad española está viviendo con angustia el bloqueo de la investidura y la posibilidad de tener que volver a las urnas. Convertirse en intérprete de esa angustia y diseñar una salida para la misma no puede dejar de tener rentabilidad política. Sería un activo para Unidas Podemos en el presente y en el futuro. La vida no se acaba con la investidura. Es importante ver las cosas con una cierta perspectiva.

La no integración en el Gobierno permitiría, además, a Pablo Iglesias ocupar un lugar de mucha más relevancia en el escenario político del que podrá ocupar con un gobierno con ministros/ministras de Unidas Podemos. En un partido que ha atravesado por dificultades que son sobradamente conocidas, tener a un secretario general plenamente operativo y sin hipotecas no es poca cosa. No es del presente de lo que la dirección de Unidas Podemos tendría que estar preocupándose, sino del futuro inmediatamente posterior a la investidura. Desbloqueando la investidura y controlando desde fuera la acción del gobierno estaría en mejor posición para hacer política que integrándose en el mismo.

Quítense la ansiedad de encima y vean las cosas con un poco de perspectiva. La cerrazón de Pedro Sánchez le está proporcionando una oportunidad de oro.


(*) Catedrático de Derecho Constitucional


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