Nunca he creído que los españoles fuéramos superiores o inferiores a otros pueblos. Ha habido épocas en que se ha hablado mucho de los complejos de inferioridad o de superioridad de los españoles. Pero, si digo que actualmente hay en España mucho complejo de superioridad, no estoy descubriendo nada nuevo. Todos los nacionalismos se basan en el complejo de superioridad.
Y tenemos, además del nacionalismo español -felizmente no muy extendido-, el nacionalismo catalán, el vasco, el gallego, el mallorquín, el valenciano. Es decir, tenemos un complejo de superioridad bastante extendido. Pero tampoco creo que los españoles seamos inferiores. Me estoy refiriendo al ciudadano normal, no a la clase política española, pues ésta merece capítulo aparte.
Esta corta introducción sirve para disipar cualquier complejo de superioridad que se pudiera atribuir a lo que voy a decir: Los españoles tenemos muchas cosas muy buenas, y el ciudadano español, en el campo de la solidaridad, ocupa los primeros puestos del mundo. Esta es una realidad. Esto no es soberbia, sino humildad, que en palabras de Santa Teresa es “andar en verdad”.
Y verdad es no sólo que somos el primer país del mundo en donantes de órganos, sino también que tenemos cientos de miles de personas que están ejerciendo de forma gratuita una acción político-social a lo largo de nuestra geografía y sobre todo en esa España profunda, que hoy calificamos de España vaciada, pero que en realidad es una España olvidada.
Esta corta introducción sirve para disipar cualquier complejo de superioridad que se pudiera atribuir a lo que voy a decir: Los españoles tenemos muchas cosas muy buenas, y el ciudadano español, en el campo de la solidaridad, ocupa los primeros puestos del mundo. Esta es una realidad. Esto no es soberbia, sino humildad, que en palabras de Santa Teresa es “andar en verdad”.
Y verdad es no sólo que somos el primer país del mundo en donantes de órganos, sino también que tenemos cientos de miles de personas que están ejerciendo de forma gratuita una acción político-social a lo largo de nuestra geografía y sobre todo en esa España profunda, que hoy calificamos de España vaciada, pero que en realidad es una España olvidada.
A pesar de los muchos problemas que tenemos aún, a pesar de los millones de parados y de los actuales sueldos precarios, a pesar de nuestros políticos, tenemos aún una reserva solidaria humana capaz de superar todas las dificultades. La solidaridad familiar que ha contribuido a superar o sobrellevar la crisis económica y laboral de los últimos años, es parte de ese valor extraordinario de los españoles
En esta misma línea, quiero rendir honores hoy, por fin, a esos miles, quizá un millón, de ciudadanos silenciosos, desconocidos, que no salen nunca en la tele ni en la prensa, pero que están dando vida a esa España abandonada, a los miles de alcaldes y concejales de estos pueblos, prescindiendo de si pertenecen o no a un partido político o si son de izquierdas o de derechas.
En esta misma línea, quiero rendir honores hoy, por fin, a esos miles, quizá un millón, de ciudadanos silenciosos, desconocidos, que no salen nunca en la tele ni en la prensa, pero que están dando vida a esa España abandonada, a los miles de alcaldes y concejales de estos pueblos, prescindiendo de si pertenecen o no a un partido político o si son de izquierdas o de derechas.
Y digo “por fin”, porque a pesar de tener mis raíces en esa España vaciada, en Torrescárcela, un pueblo que, como tantos otros en toda Castilla y León, y en gran parte de Aragón y de Castilla y La Mancha y de otras regiones, se resiste a morir, yo no era suficientemente consciente de la heroicidad de estas personas.
Mientras en las ciudades y en parlamentos nacionales los cargos electos están cobrando unos sueldos que muchos no se merecen, los cargos electos de la España olvidada tienen que dedicar altruistamente su tiempo y muchas veces hasta su dinero, y su trabajo ni siquiera es reconocido. Por haber vivido siempre en ciudad o en grandes capitales, yo no era consciente de la labor desinteresada que están realizando estas personas.
Reconozco que, a pesar de haber mencionado varias veces en mis artículos la enorme aportación que podrían realizar los habitantes de estas zonas al mantenimiento de nuestros montes y a la prevención contra los incendios, no he denunciado suficientemente el abandono a que los políticos han sometido a todas estas zonas.
Por esto, quiero recuperar hoy el tiempo perdido. Quiero agradeceros en nombre propio y, seguramente, en nombre de los muchos españoles que hemos emigrado de las zonas rurales de esta España abandonada, el que mantengáis aún viva la llama de la esperanza, la esperanza de que no desaparecerán esos pueblos donde hemos crecido y donde tenemos aún nuestras raíces y nuestro pensamiento. Quiero daros las gracias porque no os habéis quedado pasivos viendo como desparece parte de nuestra historia.
Pero quiero deciros otra cosa en la que quizás no hayáis pensado. Tenéis en vuestras manos mucha más fuerza de la que os habéis imaginado. Están surgiendo plataformas ciudadanas, independientes de los partidos políticos, plataformas en las que caben todos los idealistas, cualquiera que sea su pensamiento político, plataformas que, sin saberlo, quieren practicar el voluntariado político que vosotros venís ejerciendo desde hace años.
Por esto, quiero recuperar hoy el tiempo perdido. Quiero agradeceros en nombre propio y, seguramente, en nombre de los muchos españoles que hemos emigrado de las zonas rurales de esta España abandonada, el que mantengáis aún viva la llama de la esperanza, la esperanza de que no desaparecerán esos pueblos donde hemos crecido y donde tenemos aún nuestras raíces y nuestro pensamiento. Quiero daros las gracias porque no os habéis quedado pasivos viendo como desparece parte de nuestra historia.
Pero quiero deciros otra cosa en la que quizás no hayáis pensado. Tenéis en vuestras manos mucha más fuerza de la que os habéis imaginado. Están surgiendo plataformas ciudadanas, independientes de los partidos políticos, plataformas en las que caben todos los idealistas, cualquiera que sea su pensamiento político, plataformas que, sin saberlo, quieren practicar el voluntariado político que vosotros venís ejerciendo desde hace años.
Quieren presentarse a las elecciones con listas de voluntarios, ya sean jubilados o personas que se comprometen a no cobrar o a no cobrar más de los que están cobrando actualmente, en caso de que salgan elegidas. Quieren que el dinero de los españoles no se gaste en cargos públicos y se destine a fines sociales. Y uno de los graves problemas sociales que tiene España es el abandono de los miles de pueblos de la España profunda.
El chantaje nunca me ha gustado. Pero creo que aplicarlo con el fin de salvar nuestros pueblos está más que justificado. Vosotros podríais chantajear en el buen sentido de la palabra y ayudar a estas plataformas a que triunfen en las ciudades, a condición de que ellas den vida a los pequeños pueblos, para que sus habitantes no se vean obligados a emigrar e incluso para que muchas personas pudieran volver.
El chantaje nunca me ha gustado. Pero creo que aplicarlo con el fin de salvar nuestros pueblos está más que justificado. Vosotros podríais chantajear en el buen sentido de la palabra y ayudar a estas plataformas a que triunfen en las ciudades, a condición de que ellas den vida a los pequeños pueblos, para que sus habitantes no se vean obligados a emigrar e incluso para que muchas personas pudieran volver.
El idealismo de estas plataformas es de la misma calidad que el vuestro. Su triunfo sería vuestro triunfo y un triunfo social de todos los españoles. Somos muchos los millones de españoles que procedemos de los pueblos y que apoyaríamos esta colaboración.
No, no es una utopía, ejercer el voluntariado político, cuando hay ya ciento de miles de españoles que lo están practicando en los pequeños pueblos. Vuestra heroicidad no ha terminado aún.
No, no es una utopía, ejercer el voluntariado político, cuando hay ya ciento de miles de españoles que lo están practicando en los pequeños pueblos. Vuestra heroicidad no ha terminado aún.
(*) Ex funcionario del Parlamento Europeo
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