El objetivo es pronosticar, anticipar, iluminar pero el resultado se
aleja de esos pronósticos para sembrar la confusión o, al menos, la
preocupación. Las encuestas, más o menos solventes, más o menos
significativas, más o menos cocinadas, pintaban hace pocas semanas un
cuadro bastante claro en cuanto a la intención de voto de los españoles
(más de lo mismo), pero una vez fracasada la legislatura y convocadas
las elecciones esa intención de voto muestra vaivenes y cambios que
alborotan al personal.
Hace dos semanas el PSOE aparecía como rotundo ganador en esa foto
fija que son las encuestas, cercano a una mayoría abrumadora (nunca
absoluta), rondando o superando el 33% de los votos. De hecho el último
trabajo del CIS, con cuestionarios de principios de mes, atribuye al
PSOE el 34%, cinco puntos más que en abril. Pero otras encuestas
realizadas esta semana y la anterior, con fecha electoral conocida,
dejan a los socialistas como están o algo peor. Ganadores pero con menos
ventaja y más necesitados de alianzas.
Hace dos semanas el PP de Casado aparecía en su suelo de abril, por
debajo del 17% que se traduce en menos de 70 escaños. Ese es el
pronóstico de la última del CIS, desfasada en el tiempo pero con el
marchamo de la casa. Mientras que los últimos sondeos colocan la
intención de voto de los populares por encima del 20%, que se traduciría
en un centenar de escaños; insuficientes, pero crecientes y
estimulantes.
Hace dos semanas Ciudadanos aparecía a la baja, dos o tres puntos
menos que en abril y con 25 o 30 escaños perdidos. Un pronóstico que se
mantiene y que colocaría a Rivera en una situación comprometida,
desairado en su partido y a la defensiva, fracasado.
Hace dos semanas Unidas-Podemos parecía perder algo, pero poco; con
algún escaño perdido y con las confluencias debilitadas, críticas con el
poder centralizado de Iglesias. Y ahora todo esto se ha agudizado por
la emergencia de su fundador-disidente Errejón que ya se llevó dos
tercios de los electores madrileños en mayo y que ahora engorda cada día
con nuevos disidentes.
El caso de Errejón-MasPaís, que llega bendecido por los hados,
bienvenido por los medios y los comentaristas, altera las previsiones y
arruina todas las encuestas. Las últimas que recogen la llegada de la
“plataforma” (todavía no es partido) les atribuyen más del 5% de los
votos y hasta 9 diputados que pueden (improbable) permitir formar grupo
parlamentario con todo lo que significa de exposición y de oportunidades
para el futuro.
Para el mapa global en términos derecha izquierda apenas hay cambios,
pero la arquitectura de los pactos y los posibles repartos de
influencia pueden cambiar. Lo más probable es que Sánchez gobierne en
solitario aunque con pactos exigentes que complicarían (acortarían) la
legislatura.
A la fecha las encuestan confunden más que aclaran, el panorama es
líquido, mudable, sensible a los errores y a los imponderables. Faltan
seis semanas y el guion está por cerrar, hay varios desenlaces posibles.
Es aburrido, pero tiene emoción.
(*) Periodista y politólogo
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