Katharina(...)
preguntó si el Estado [...] no podía hacer nada para protegerla
contra semejante inmundicia y para devolverle su buen nombre"
Heinrich Böll. El honor perdido de Katharina Blum
Heinrich Böll. El honor perdido de Katharina Blum
Este diario ya ha publicado que un magistrado canario, Salvador Alba, ha sido condenado a nada más y nada menos que seis años y seis meses de prisión
por algunos de los peores delitos que puede cometer un juez cual son
prevaricación judicial y falsedad en documento público.
No he visto
grandes alharacas sobre este caso bajo el que subyacen algunos de los
peores vicios del sistema, la cara más fea del poder, la certidumbre de
que se producen conjuras o conjunciones de intereses que prostituyen la
Justicia para lograr la muerte por lo civil y por lo penal de personas.
En este caso la víctima fue la magistrada Victoria Rosell en una oscura
trama que entremezcla las fobias personales, las ambiciones, la
rivalidad política y una, no por desconocida menos existente, dinámica
de clanes. Una sombra densa y siniestra que llega hasta el Tribunal
Supremo y que tuvo evidentes consecuencias políticas y personales para
la magistrada que actualmente es diputada por Podemos y que se
presentaba a sus primeras elecciones cuando todo esto acaecía.
Creo
que es algo que no se puede pasar por alto. No he visto muchos hilos de
jueces tuiteros explicando esta sentencia ni las circunstancias en las
que se produjeron los hechos. Ellos, que se pronuncian sobre tantas
cosas, no han tenido un huequecito para explicar a la ciudadanía cómo se
ha llegado a que "uno di noi" tenga una sentencia que le expulsa de la
carrera y le hará ingresar en prisión. Cierto que queda aún un recurso
de casación pero la sentencia es solidísima, los hechos probados
meridianos y el Tribunal Supremo... ahora hablamos del Supremo.
Según deja meridianamente claro la sentencia, el juez
Salvador Alba corrió a postularse para ocupar en comisión de servicio la
plaza de un juzgado de Instrucción de la que se ausentaba Rosell para
presentarse a las elecciones como candidata de Podemos. Él lo haría
mientras seguía en la Audiencia. Consideran los juzgadores ahora que es
evidente que lo hizo con un interés concreto que no era otro que obtener
información e intentar comprometer a Rosell.
El juez para ello quedó a
solas y casi a escondidas con un imputado en su despacho y se concertó
con él para que este hiciera una nueva declaración en la que diera datos
de sus relaciones con la pareja de Rosell y le prometió mejorar su
situación procesal. Todo ello fue grabado por un dispositivo escondido
que llevaba el imputado, que sería imputado pero no tonto.
En esa
conversación ya se avanzaba el interés por la repercusión que pudiera
tener todo este tejemaneje en la querella contra la candidata Rosell que
había interpuesto en Plaza de Castilla el ministro Soria a través de su
abogado canario González-Cuellar.
Y aquí llegamos a
los manejos del sistema en los que seguramente vio una oportunidad de
medrar el magistrado Alba sin que para ello le importara delinquir. Alba
soñaba con mudarse a Madrid. Había intentado ya varias veces, siendo
por así decirlo un mindundi judicial, ser vocal del CGPJ o ser nombrado
en comisión de servicio para irse de juez de Instrucción a la Audiencia
Nacional.
Sus próximos iban contando por Canarias que se iban a mudar a
Madrid muy pronto. Los delitos que cometió Alba le servían como vendetta
contra su odiada Victoria Rosell pero también para ayudar al también
canario entonces ministro Soria. No sé si así traducido lo van viendo
más claro.
La querella contra la cabeza de lista por
Canarias de Podemos, circunscripción en la que también se presentaba
Soria, se presentó en Plaza de Castilla por el abogado canario que
escribe libros y presenta libros y cobra libros con el presidente de la
Sala Segunda del Tribunal Supremo, el también canario Manuel Marchena.
Unas semanas más tarde la querella llegaba al Supremo al convertirse en
aforada Rosell. Aquí al íntimo González-Cuellar le sustituye otro
abogado, Eligio Hernández. Sí, ese Eligio Hernández también canario que
fue nombrado fiscal general del Estado y que se trajo a Madrid a un
prometedor fiscalito llamado Marchena desde Canarias para tenerlo en su
gabinete técnico.
La querella fue admitida en un auto
escrito por Manuel Marchena tras dos informes en contra de la Fiscalía
del Tribunal Supremo y, ojo, apoyándose en un informe que se pide desde
la sala al magistrado ahora condenado por falsificar este documento,
Salvador Alba.
En su día publiqué que el día que se deliberó la admisión
a trámite se oían gritos que traspasaban las sólidas puertas del
tribunal. El escándalo obligó a Rosell a dejar su escaño para no
perjudicar a su partido y volverse a Canarias para preparar su defensa.
Tras varias peticiones, el TS acepta inhibirse al Tribunal Superior de
Canarias que es el que acaba volviendo la tortilla y dándose cuenta de
que el imputado debía ser Alba y no Rosell.
Todos los
datos preparados y falsos que iba cociendo el magistrado condenado
fueron pertinentemente filtrados a periodistas que los publicaron de
modo y manera que los abogados canarios pudieran ir ampliando sus
querellas y evitando así la sensación de que el corrupto Alba se los
estaba dando directamente.
Supongo que los magistrados
Marchena, Soriano, Monterde y Ferrer (el quinto era el difunto Maza) se
pondrán ahora una camiseta bajo la toga con el meme "Emosido engañado"
pero lo fueron tras dos informes de los fiscales en contra. También
supongo que en el tribunal que se encargue de ver el recurso de casación
sobre esta sentencia condenatoria de Alba en la que se ve parte del
enjuague y se adivina otro, no estén presentes ninguno de ellos. Por
vergüenza torera si no es por contaminación.
Mientras,
sigamos con las información a full sobre un juicio por un desalmado
asesinato. Los desalmados que mecen los hilos del poder y los
delincuentes de la judicatura son demasiado lío para dar audiencias.
¿Y quién le devuelve el honor a Victoria Rosell?
(*) Periodista
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