Italia es un país bloqueado por su crisis inmigratoria e
institucional en la que todo gira en torno al ministro de Interior
Matteo Salvini, de la misma manera que, en España, todo gira en torno al
presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez. Y a su instinto de
supervivencia en el que se incluye una parte ‘criminal’, políticamente
hablando, por el reguero de víctimas de la política que ha ido dejando a
su paso y tras de sí.
Ahí están propios y extraños. Desde Felipe González y su clan
felipista en el PSOE, con Susana Díaz de por medio, a la que arrasó en
las primarias de su partido y la dejó mal herida para su derrota
electoral, hasta el propio Mariano Rajoy, al que Sánchez dijo aquello de
‘no es no’ y al que acabó expulsando del Gobierno con la moción de
censura del 1 de junio de 2018.
Momento en el que Sánchez se hizo con el control del Grupo PRISA y
cesó a Juan Luis Cebrián y a su director de El País Antonio Caño porque
ambos apoyaron su cese en el Comité Federal del 1 de octubre de 2016. Y
ahora es Sánchez quien manda en El País y la Cadena SER y quien impulsa
con saña la campaña de estos medios, y otros públicos y privados en
contra de Pablo Iglesias y de Albert Rivera para que le dejen gobernar.
Y son, precisamente, Iglesias y Rivera las potenciales próximas
víctimas de este depredador insaciable de la política que es Pedro
Sánchez. El que si no consigue doblegar a Iglesias en los próximos días
para que le permita seguir en Moncloa con un Gobierno ‘a la portuguesa’ y
sin coalición con Podemos, no tendrá más remedio que lanzarse a nuevas
elecciones.
Convencido Sánchez que electoralmente logrará un mejor resultado que
sus actuales 123 diputados con los que por ahora no ha logrado un pacto
de gobernabilidad. Y puede que el PSOE mejore sus resultados pero
también puede ocurrir que la mejora no sea suficiente como para que
Sánchez logre un pacto de gobernabilidad porque el bloqueo seguiría más o
menos como está.
Y si eso ocurre entonces será Sánchez quien, ante su propio espejo y
la certeza de que nadie quiere pactar con él pero si con otros
dirigentes del PSOE, tendrá que dar un paso atrás. Sobre todo tras sumar
tres investiduras fallidas, lo que le impediría al Rey Felipe VI el
poder volverlo a presentar de candidato a la presidencia del Gobierno,
lo que sin duda podría pasar.
‘Quien a hierro mata a hierro muere’ dice el refrán. De ahí que
Sánchez ha de pensar que si nadie quiere pactar con él ni por las buenas
o por las malas al final él se tendrá que retirar, víctima de su propia
agresividad y soledad.
(*) Pseudónimo de un veterano y prestigioso periodista cordobés
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