La decisión del Ministerio de Transportes italiano ordenando al puerto de Lampedusa que permita el desembarco del Open Arms
debería ser el inicio del fin de la crisis del barco después de dos
interminables semanas a la deriva.
Los conatos de violencia, las
amenazas de suicidio y el peligro a que el pasaje se empezara a lanzar
al mar han sido hechos determinantes en una decisión donde ha tenido que
intervenir la justicia italiana y que es posible que acabe provocando
una crisis de gobierno si el ministro del Interior, Mateo Salvini, mantiene su beligerante posición.
Aunque el foco está puesto en Italia, nadie se salva de la vergonzosa
actitud adoptada por los países europeos y, de una manera muy especial,
los del arco mediterráneo, ya que el drama ha pasado frente a sus
costas. Es muy fácil mirar a Italia y escandalizarse con un ministro tan
peligroso como Salvini.
Nada de eso exime a España, que desde el primer
momento se ha desentendido del problema. Lejos quedan las promesas del
gobierno socialista y las críticas a Mariano Rajoy por hacer exactamente lo que hoy hace Pedro Sánchez.
¿Qué decir de la orden que dió hace un año de acoger al barco Aquarius
con 630 inmigrantes en Valencia recién llegado a la Moncloa?
El presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli,
ha exigido a Italia horas antes de la decisión del Ministerio de
Transportes el desembarco inmediato de los ocupantes del Open Arms
alegando que era una emergencia humanitaria. Hablan los que no tienen
responsabilidades ejecutivas y callan los que pueden hacer algo.
Acostumbra a ser siempre igual.
Es más fácil para un político desatender
sus obligaciones y, por el contrario, opinar sobre las de los demás que
no son de su competencia. Acaba de regresar Ada Colau de
vacaciones y su primer mensaje ha sido sobre el Open Arms y no sobre la
crisis de seguridad que padece Barcelona según su teniente de alcalde
de seguridad, Albert Batlle, y que para ella son hechos esporádicos.
Gobernar es algo más que ponerse de perfil cada vez que hay un problema, sea en el Mediterráneo o en Barcelona.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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