La intensidad de la respuesta a la sentencia del juicio del 1-O celebrado en el Tribunal Supremo,
y que se conocerá en la primera quincena de octubre, marcará el
termómetro del curso político que se inicia formalmente la semana
próxima. Antes habrá la manifestación de la Diada, que
parece haber superado la farragosa fase de las divergencias públicas, y
que lleva camino de ser una nueva movilización masiva del
independentismo catalán.
Sería el octavo año consecutivo movilizándose
cientos de miles de catalanes un 11 de septiembre –siempre por encima
del millón, excepto en 2016 que se situó en alrededor de 900.000 a los
asistentes– y, obviamente, un empujón a la línea más partidaria de un nuevo pulso con el Estado español.
El independentismo, tan propenso a utilizar el mes de agosto para
disputas de salón, parece que ha superado el dilema entre confrontación o
diálogo que marcó el mes de julio. Básicamente porque el segundo
depende de dos y no parece haber nadie en el lado español que quiera
llevarlo a cabo con el independentismo.
La última posición fijada por la
secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira,
desde su exilio de Ginebra, ha arruinado debates estériles. Igual que
la reunión celebrada en la ciudad suiza este fin de semana, con
asistencia del president Carles Puigdemont y de Rovira
junto a los grupos parlamentarios independentistas en la Cámara catalana
y la ANC y Òmnium y de la que debe salir un consenso para el mes de
octubre.
El consenso de los partidos independentistas en la respuesta a
la sentencia va a condicionar a su vez la evolución de la legislatura
catalana. Sin una CUP implicada a fondo y cómoda con la respuesta que
partidos, asociaciones, Govern, Parlament y ayuntamientos den a la
decisión del Supremo difícilmente se pueden aprobar unos presupuestos que son imprescindibles y alargar la legislatura más allá de la próxima primavera.
El president Quim Torra marcó
un rumbo que definió de confrontación en su conferencia de Prada de
Conflent de mediados de agosto y el próximo jueves tiene prevista una
conferencia en Madrid. Habrá que ver cómo palabras y hechos casan en un
gobierno de coalición y con puntos de vista muchas veces diferentes.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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