La vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo está a tiros contra casi
todo el que se precie, en España y fuera de España, de mantener una
discrepancia política con el Gobierno de Pedro Sánchez. Calvo está a
palos con Iglesias, Torra, Salvini, Casado, Rivera, el Open Arms y el
Vaticano.
Y habla y opina con la ligereza y la confusión que le caracteriza. Y
además sin decir la verdad o toda la verdad como le ocurrió con el
secretario de Estado Vaticano, Pietro Parolín, a propósito de la
exhumación de los restos de Franco, o con Elsa Artadi a propósito del
‘relator’ que ella se tragó sin pestañear, o con el capitán del Open
Arms Óscar Camps que la acusa de mentir sobre la reciente crisis de
Lampedusa.
Y ahora la ha emprendido con Pablo Iglesias al que acusa de querer
darle a Pedro Sánchez un ‘órdago impositivo’, lo que nadie sabe explicar
que es y a que se refiere, porque los de Podemos le han enviado al PSOE
su propuesta de programa de gobierno de izquierdas y cuatro
alternativas para formar un gobierno de coalición.
Y ¿donde está el órdago y la imposición? Podemos tiene todo el
derecho derecho del mundo a hacer propuestas y el PSOE a rechazarlas.
Pero eso del ‘órdago impositivo’ de Podemos es falso y algo que Calvo
nunca se lo dijo a Artadi cuando Torra les tomó el pelo a ella y a
Sánchez en Pedralbes.
Lo que no se atreve ni puede decir Calvo es que nadie, Iglesias, ni
Casado y ni Rivera quieren pactar la investidura de Sánchez gratis total
y sin rectificar previamente sus posiciones políticas. Y tampoco
reconoce Calvo que sin los 42 escaños de Podemos Sánchez no formará
gobierno.
Y todo ello para, finalmente, ocultar que Sánchez prefiere repetir
elecciones y de paso ocultar que el presidente es y será el único
responsable de esa repetición electoral. Porque no quiere pactar la
coalición con Iglesias que si quería hace un mes, no quiere rectificar
sus pactos con los separatistas vascos y catalanes ni descartar los
indultos a los golpistas catalanes para lograr un pacto con Casado y
Rivera.
Y también porque tampoco deja que otro dirigente del PSOE opte a la
investidura lo que facilitaría una coalición con Cs o el PP. Sánchez es
como el perro del hortelano que ni come ni deja comer y se ha instalado
en su proverbial ‘no es no a todos’, camino de la repetición electoral.
Pero el presidente en funciones está muy solo en su empeño de
convencer a los ciudadanos de que la repetición electoral es culpa de
todos menos suya, porque su inefable vicepresidenta Calvo lejos de
ayudarle enreda y complica más si cabe la situación en todos los
frentes. Y además no sabe hablar y no dice la verdad.
(*) Periodista
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