Otro guadijeño, el economista Valentín López Escribano, ex director comercial de La Verdad, en Murcia primero y luego en Alicante, me introdujo en el personaje, porque Angelita no era una mujer normal sino una empresaria más que luchadora con cierto halo de heroína en el sector, de la que pronto me llegaron ecos a mi vuelta a Murcia en 1997. También me ilustró en ese tiempo sobre ella el genial publicista murciano, hace poco desaparecido, Pepe Garrido, cuando los tres nos embarcamos en el inolvidable proyecto de 'La Economía de la Región de Murcia'.
Porque Angelita no era símplemente una consorte en el trabajo ni una mujer de despacho en el heredado de su padre ya que, muy entregada de siempre a su oficio, se pateaba la calle de quiosco en quiosco, muchas veces acompañada de su única y hermana menor Cari, sin dejar de inspeccionar ni un solo punto de distribución al amanecer cuando sus operarios, con Pepito (José Blázquez) a la cabeza de la logística, posteriormente desde el almacén en el ensache justo detrás de la Asamblea Regional, tenían que fajarse para llegar a su hora y que los cartageneros más madrugadores pudiesen disponer de su periódico puntualmente.
Sin olvidar a la pléyade de vendedores por libre apostados tradicionalmente en determinados puntos estratégicos de Cartagena (Vargas, Manzanares, Angosto, Martínez, Sánchez, Barón o Bocos, entre otros) a lo largo de los años y que tanto cuidaba Angelita para que se pudiesen ganar la vida dignamente. Ahí comenzó a fraguarse el mito de esta mujer.
En la década de los 50, 60 y 70 la oferta del día en Cartagena eran 'La Verdad', 'Línea', 'El Noticiero de Cartagena' y 'Hoja del Lunes', aunque desde Madrid llegaban por tren del día anterior 'ABC', 'Arriba', 'Ya', 'Pueblo', 'Informaciones', 'Madrid', 'Marca', 'As', y 'El Alcázar''.
En esa época, el control de ventas y devoluciones se hacía a mano por Angelita y, tal vez, también su hermana aunque al descubrir la calculadora lograron agilizar el proceso que ahora ventila la informática en un plis plas.
Mientras los quiosqueros y repartidores se llevaban el 15% de comisión, las Campos no pasaban del 5% del total de venta aunque con el boom de la prensa no diaria y la extranjera en quioscos, su negocio comenzó a prosperar como nunca antes lo había hecho, hasta acumular un considerable patrimonio como resultado directo de su dedicación sin horas ni días festivos.
Sin olvidar a la pléyade de vendedores por libre apostados tradicionalmente en determinados puntos estratégicos de Cartagena (Vargas, Manzanares, Angosto, Martínez, Sánchez, Barón o Bocos, entre otros) a lo largo de los años y que tanto cuidaba Angelita para que se pudiesen ganar la vida dignamente. Ahí comenzó a fraguarse el mito de esta mujer.
En la década de los 50, 60 y 70 la oferta del día en Cartagena eran 'La Verdad', 'Línea', 'El Noticiero de Cartagena' y 'Hoja del Lunes', aunque desde Madrid llegaban por tren del día anterior 'ABC', 'Arriba', 'Ya', 'Pueblo', 'Informaciones', 'Madrid', 'Marca', 'As', y 'El Alcázar''.
En esa época, el control de ventas y devoluciones se hacía a mano por Angelita y, tal vez, también su hermana aunque al descubrir la calculadora lograron agilizar el proceso que ahora ventila la informática en un plis plas.
Mientras los quiosqueros y repartidores se llevaban el 15% de comisión, las Campos no pasaban del 5% del total de venta aunque con el boom de la prensa no diaria y la extranjera en quioscos, su negocio comenzó a prosperar como nunca antes lo había hecho, hasta acumular un considerable patrimonio como resultado directo de su dedicación sin horas ni días festivos.
Había heredado Angelita el negocio fundado por su padre, Juan Campos de Miguel, una oficina de administración y distribución de prensa, sita de siempre en un bajo de la plaza San Francisco. Yo la conocí cuando La Verdad, después de tantos años de eficacia y cumplimiento escrupuloso del contrato, le acababa de retirar a su razón social, sin más reconocimiento y consideración, la distribución en su zona.
Una coincidencia con la muerte en 1997 del señor De la Llana, del que tengo pocas referencias pero suficientes como para entender que se trataba de todo un caballero, por castellano de ley, llegado a Cartagena tras conocer en el pueblo manchego donde ejercía de veterinario a una joven y dispuesta Angelita que estaba allí de vacaciones y que debió cautivarle enseguida.
Una coincidencia con la muerte en 1997 del señor De la Llana, del que tengo pocas referencias pero suficientes como para entender que se trataba de todo un caballero, por castellano de ley, llegado a Cartagena tras conocer en el pueblo manchego donde ejercía de veterinario a una joven y dispuesta Angelita que estaba allí de vacaciones y que debió cautivarle enseguida.
En esa triste coyuntura final de su historia de amor la traté personalmente por primera vez y su buena fama en el mundo periodístico regional hacía justicia a su arrolladora personalidad y rectitud en los negocios de prensa, algo que percibí a las primeras de cambio.
Luego, tuve ocasión de hablar con ella varias veces en sus casas de Cartagena, La Molineta (Molinos Marfagones) o La Manga por mi relación profesional algo ya lejana, y alejada, con su única hija y periodista, Ángela, su único yerno y profesor, Andrés (ahora vinculado a la distribución de prensa a través de Valdisme, finalmente integrada accionarialmente por la empresa de Angelita debido al prestigio adquirido en su demarcación), y sus únicos nietos Nacho y Ángela, a la que por horas casi ví nacer en el Hospital Naval de Levante un sábado.
Luego, tuve ocasión de hablar con ella varias veces en sus casas de Cartagena, La Molineta (Molinos Marfagones) o La Manga por mi relación profesional algo ya lejana, y alejada, con su única hija y periodista, Ángela, su único yerno y profesor, Andrés (ahora vinculado a la distribución de prensa a través de Valdisme, finalmente integrada accionarialmente por la empresa de Angelita debido al prestigio adquirido en su demarcación), y sus únicos nietos Nacho y Ángela, a la que por horas casi ví nacer en el Hospital Naval de Levante un sábado.
Era su nieta Ángela la última mujer de esta saga familiar cartagenera que, con la desaparición de Angelita, hace definitivamente historia civil y empresarial de Cartagena, cuyo legado queda ahora en manos de Cari, la hermana, que es quien mejor conoce la peripecia de esta mujer ahora desaparecida en parte pero no tanto de la memoria colectiva de una porción relevante y aún superviviente de la sociedad cartagenera del siglo XX.
En el sector prensa los periodistas no somos lo más importante aunque pueda parecerlo porque sin figuras como las que encarnaban Angelita, su desaparecido marido y a su lado la hermana Cari con su esposo Manuel Terry, (también tuve la oportunidad de conocer en persona a éstos últimos aunque se mantuviesen ya al margen del negocio familiar), hubiese resultado casi imposible cerrar en Cartagena el círculo en aquella época del papel-prensa puro y duro, de bobinas y crisoles de plomo con su exclusiva medida en cíceros.
Nadie es menos imprescindible en cualquier actividad profesional que requiere funcionar en equipo o, como ahora, en red; tampoco en la nuestra como deja muy patente la encomiable labor de Angelita, sus probos empleados históricos, quiosqueros y vendedores autónomos junto a los agentes de publicidad de los que también Cartagena reunió en su momento una buena muestra muy emblemática.
Nadie es menos imprescindible en cualquier actividad profesional que requiere funcionar en equipo o, como ahora, en red; tampoco en la nuestra como deja muy patente la encomiable labor de Angelita, sus probos empleados históricos, quiosqueros y vendedores autónomos junto a los agentes de publicidad de los que también Cartagena reunió en su momento una buena muestra muy emblemática.
Angelita Campos nos dejó hace exactamente una semana, a los 92 años, después de toda una vida de trabajo y esfuerzo para procurar que la labor de cientos de periodistas de toda España y del extranjero a lo largo del tiempo llegase lo más fresca posible a sus destinarios naturales, como eran y son los lectores más fieles que nunca faltan, y cuya mera existencia le dan también todo el sentido y razón de ser a una labor vital como la de Angelita Campos Sanz desde que era una jovencita imparable y hasta ser una abuela ejemplar tras su jubilación hace veinticinco años.
(*) Periodista
falleció cristianamente el pasado día 4 de julio de 2019 a los 92 años de edad, habiendo recibido los Santos Sacramentos y la bendición apostólica de Su Santidad.
D. E. P.
Sus afligidos: hijos, Ángela de la Llana y Andrés Ros; nietos, Nacho y Ángela; hermanos, Josefina, Caridad y Manuel Terry; sobrinos y demás familia, agradecen las muestras de cariño y condolencia recibidas por tan triste motivo.
falleció cristianamente el pasado día 4 de julio de 2019 a los 92 años de edad, habiendo recibido los Santos Sacramentos y la bendición apostólica de Su Santidad.
D. E. P.
Sus afligidos: hijos, Ángela de la Llana y Andrés Ros; nietos, Nacho y Ángela; hermanos, Josefina, Caridad y Manuel Terry; sobrinos y demás familia, agradecen las muestras de cariño y condolencia recibidas por tan triste motivo.
Cartagena, 10 de julio de 2019.
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