El ciudadano medio no es tonto y sabe que Pablo Iglesias no es el
lobo. No es buena táctica tratar a los votantes como niños y asustarlos
con ¡que viene el señor de la coleta! Al ciudadano medio no le asusta un
gobierno de coalición, y le parece muy buena cosa que el salario mínimo
mensual haya subido a 900 euros; está encantado con la extensión del
permiso de paternidad y le parece estupendo que exista por fin
transparencia salarial para evitar la discriminación por sexo.
Sabe que
sin Podemos detrás, medidas como estas no estarían hoy vigentes porque
Sánchez se habría hecho el remolón. Como no lo están otras muchas a las
que se comprometió también (derogación de la ley mordaza o de la reforma
laboral, p.ej.), pero faltó a su palabra.
Se equivocan los socialistas si piensan que el 28 de abril los
votaron por su cara bonita; se equivocan si no cuentan con el factor
miedo a Vox que por esos días latía en el ambiente. El ciudadano medio
no es tonto y sabe de sobra lo mucho que mienten periódicos, radios y
televisiones. No les gusta el periodismo pornográfico, ese cuyo único
objetivo es convencer de que solo hay salvación si Ciudadanos apoya al
PSOE, da igual de qué manera, para evitar así que en las instituciones
se pueda desarrollar una auténtica política de izquierdas.
Para asustar, apelan a la histórica mala conciencia del pobre venido a
más, ese que aún cree que por tener un apartamento en la playa ya es
todo un potentado, ese cuyo miedo a pagar más impuestos le lleva a creer
que con la derecha en el poder su patrimonio correrá menos peligro.
Le
llaman patrimonio a tener cuatro míseras acciones o un piso alquilado
con el que complementar la pensión; y van entonces y se ponen en manos
de la derecha, que les hace creer que con ella sus ahorros están a
salvo, hasta que los estafan. Pero cada vez engañan a menos, solo los
cretinos continúan pensando que para ser de izquierdas hay que ser
pobre; solo los necios cuestionan el derecho a prosperar de quien se
declara de izquierdas.
Desde el mismo momento en que Sánchez ganó las elecciones generales,
los estamentos que confunden los intereses de España con los suyos
propios dieron a conocer su veredicto: o pacto con Ciudadanos, o
repetición de elecciones. Aquel “Con Rivera, no” de la noche electoral
incomodó mucho, y desde el día siguiente se inició a cara descubierta el
asedio para evitar, cueste lo que cueste, que pueda acabar
constituyéndose un gobierno de izquierdas.
El ciudadano medio quiere ese gobierno de izquierdas, y Pedro Sánchez
lo sabe, como sabe que está en deuda con Podemos, sin cuya gestión
jamás habría ganado la moción de censura a Rajoy ¿Y ahora qué, Pedro?,
¿tendrás que volver a sufrir todo tipo de presiones por parte de las
altas instancias, como le contaste a Jordi Évole en Salvados,
tendrán que volver a traicionarte tus propios correligionarios para que
sepamos algún día lo que realmente está ocurriendo en la Moncloa y en
Ferraz durante estas semanas?
Déjate de monsergas ya y gobierna con Podemos de una vez, que no se
comen a nadie. ¿O quizás ese es el miedo? ¿Que todo funcione fenomenal
con un gobierno de coalición y de pronto se descubra que llevábamos
lustros estafados, disfrutando de un bienestar menor del posible y bajo
la bota de cuatro prebostes dispuestos a perpetuar prebendas y
corrupciones por los siglos de los siglos?
Deben estar muy ansiosos, los presionadores profesionales, para
revolverse como lo están haciendo estos últimos días: usando las
portadas de los periódicos a la desesperada, proyectando en teles como
la Sexta pornográficas encuestas ausentes de matices y de escrúpulos, y
gritándonos por las radios día y noche que viene el lobo a ver si así
nos asustamos. Pero el ciudadano medio ya no tiene miedo. Como mucho,
pereza. Lo entiendo, porque toda esta tragicomedia resulta pelín
cansina.
(*) Periodista
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