Sánchez juega a dos manos con dos barajas, a izquierda y derecha, y
corre el riesgo de perder la partida. Solo le queda un comodín: el
Gobierno de Navarra. El que si finalmente se lo lleva el PSOE con apoyo
de PNV y Bildu le impedirá a Sánchez un eventual pacto con PP y Cs. Pero
si al contrario el gobierno navarro cae en manos de la coalición
Navarra Suma (UPN, PP, Cs) en ese caso Sanchez habrá perdido los 6 votos
de PNV y los 4 de Bildu para su investidura.
Sánchez prefiere el acuerdo con el centro derecha para blanquear los
que fueron sus ‘pactos Frankenstein’ en la moción de censura contra
Rajoy. Y para atender las presiones que le llegan de Europa y del poder
económico español con el objetivo de que no incorpore a Iglesias y otros
dirigentes de Podemos a su Gobierno.
Pero Sánchez ya no tiene tiempo para dejar abiertas las dos puertas y
tiene que optar por una de las dos o finalmente por la repetición
electoral. Y por el momento se niega a reconocer que Casado y Rivera no
se piensan mover de su ‘no es no a la investidura’ y busca un pacto de
última hora. Mientras, por otro lado, intenta el apoyo de Podemos sin
que entren en el Gobierno, a lo que Iglesias ya le ha dicho que se
olvide: o hay ministros de Podemos o votarán que ‘no’.
Entonces la única salida que le espera a Sánchez es la repetición
electoral con la esperanza de que el bipartidismo suba en menoscabo de
Cs, UP y Vox, lo que tampoco garantiza que estos partidos y sobre todo
Cs y UP vayan a apoyar a Sánchez tras esa segunda vuelta electoral.
Entre otras cosas porque Rivera e Iglesias acusarán a Sánchez de haber
sido víctimas de un premeditado ataque político y mediático organizado
desde el Palacio de La Moncloa.
Las encuestas, que sobre esa repetición electora se están publicando y
haciendo de ‘inducida manera’, no son de fiar y no acertarán, porque si
no acertaron una semana antes de las elecciones del 28-A, pues menos
aún lo harán ahora cuando ni siquiera están convocadas esas nuevas
elecciones.
Además, Sánchez sabe que las elecciones siempre incluyen un alto
riesgo difícil de detectar y la posibilidad de pactos electorales del
centro derecha, lo que tampoco se debe descartar. Y no digamos si además
esos comicios se celebran después de que se conozca la sentencia del
Tribunal Supremo sobre el golpe de Estado catalán.
Las elecciones como las escopetas las carga el diablo. Y Sánchez lo
sabe y por ello se esfuerza en buscar la rendición de Casado, Rivera e
Iglesias para que le faciliten la investidura. Pero ninguno de los tres
se va a mover, máxime cuando ya se vislumbra en el horizonte la
repetición electoral.
(*) Periodista
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