Cae el PP. Esta es la noticia. Por los
pelos, eso sí. Pero en la Región es un acontecimiento tan insólito que
cabría calificar el hecho de histórico. Ahí está el dolor. ¿Y dónde la
gloria? El PSOE gana por un puñado de votos, pero la derecha suma: PP
más Ciudadanos más Vox podrían formar Gobierno. Y la cosa queda en manos
del voto por correo o de las mesas que pudieran ser impugnadas. Un
triunfo en el filo.
Dolor compartido por la izquierda. Ahora bien, antes
del recuento final, PSOE y Ciudadanos podrían escenificar la imagen del
cambio y sin necesidad de la colaboración de Podemos. Esta posibilidad
deja sin excusa a los de Isabel Franco. Ciudadanos crece, como estaba
previsto, pero menos de lo avanzado por las encuestas. Más dolor, aunque
la posición decisiva lo convierte en gloria. Antes de recurrir al
título de la película de Almodóvar, otro era pertinente: La hora de la
humildad.
Es lo que toca a
todos. Al PP, que sufre el gran batacazo. Merecido por la leve calidad
de su líder y por su campaña tramposa y chulesca. Ni siquiera el bajón
de Vox respecto a las generales ha salvado a los populares de la caída
al precipicio, aunque la fuerte irrupción de la ultraderecha en el
hemiciclo (de cero a cuatro) revela a la serpiente dormida que hasta
ahora anidaba en el PP.
Humildad
también como medicina para el PSOE, cuyo triunfo se cuenta en decenas
de votos, de modo que el sorpasso al PP se produjo en una noche de
infarto en la que bailaban los números a cada avance del recuento. Ahora
bien, echarle la pata al PP en Murcia, aunque hubiera sido por un voto
de diferencia, es una heroicidad. Diego Conesa puede ponerse esa medalla
después de dos décadas y media, que se dice pronto, de un PSOE que
mordía sistemáticamente el polvo. Abril y mayo han quedado marcados en
rojo en el mapa regional, y esto ha venido de su mano.
En
cuanto a Podemos, más humildad. Su resultado no se ajusta a los méritos
de la oposición parlamentaria que han mantenido a lo largo de los
últimos años, y han regresado a la posición testimonial histórica de IU.
Tienen un problema que más tarde o temprano habrán de reconocer. Se
llama El Coletas. Cuando lo resuelvan, empezarán a cobrar otra
identidad.
Pero la clave está,
claro, en Ciudadanos. Tiene la llave, aunque sus resultados no hayan
sido espléndidos. Dolor y gloria a partes iguales. Su decisión final
será reveladora: podrá decidir si apuesta por el cambio real o si
rescata a López Miras con Vox en una fórmula a la andaluza que en este
caso supondría continuidad a peor.
Y también asistiremos a la prueba del
nueve: veremos si la organización regional dispone de solvencia o se
deja tutelar por los intercambios estratégicos de la dirección central
en el mapa nacional. O en el regional, porque Ciudadanos también será
decisivo, sin ir más lejos, en ciudades como Murcia y Lorca; en
Cartagena, ingobernable de partida, José López se ha cobrado los votos
que prestó a Ciudadanos en las generales sin dejarle la llave en las
municipales.
La gran novedad,
antes de entrar en el vértigo de los pactos, es que el PP ha caído con
todo el equipo y solo tiene la esperanza de ser rescatado mediante el
salvavidas de Ciudadanos, que haría una extraña inversión si
fortaleciera a su más directo rival cuando está moribundo. Pero es claro
que los de Isabel Franco pretenderán cobrar cara su decisión, y veremos
si hasta el punto en que el PSOE pueda pagarla.
(*) Columnista
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