Del 26M, triple cita electoral, hay un claro vencedor: el partido
Socialista; mientras que las demás candidaturas salen decepcionadas.
Tiempo habrá para el análisis de detalle y para estimar los cambios de
preferencias de los electores en el corto período de un mes, pero la
tendencia general desde las elecciones de 2014 es la búsqueda de nuevos
equilibrios y de otras formas de gobernar, pero sin experimentos
arriesgados.
Como primeras conclusiones de lo ocurrido el domingo les propongo dos:
Primera, el bipartidismo que parecía tocado de muerte desde 2014 se
resiste e incluso gana algo ya que por primera vez en cinco años la suma
de los dos partidos incumbentes (PP y PSOE) supera el 50% (53% en las
europeas) consolidando a ambos partidos como el de Gobierno y el de
Oposición.
Es obvio que ambos necesitan de apoyos para gobernar, de
coaliciones más o menos intensas. Pero ese el signo de los tiempos:
nadie merece confianza plana del electorado, todos tendrán que pactar.
La novedad hubiera sido que PSOE y PP se hubieran visto desbordados por
las alternativas que surgieron estos años: la coalición de Podemos por
la izquierda y Ciudadanos por la derecha.
En estos momentos Podemos sufre claros signos de fraccionamiento en
la mayor parte de las comunidades con consecuencias imprevisibles para
los próximos meses. Con respeto a Ciudadanos a pesar de que mejora su
posición relativa, más votos y previsible entrada en no pocos gobiernos
locales, es evidente que no ha conseguido el objetivo de desbordar al
Partido Popular y que tiene por delante una larga travesía para
consolidar su posición y revisar los aciertos y errores del último año.
Segundo, el Partido Popular encabezado por Pablo Casado resiste, ha
caído hasta un suelo del 20%, pero sigue siendo el partido de la
Oposición y tiene por delante varios años para estabilizar su dirección,
para renovarse y para cicatrizar las heridas. Puede apostar al desgaste
de los socialistas en el Gobierno, que es una hipótesis bastante
razonable.
Entre los partidos decepcionados con los resultados aparece VOX que
ha perdido un dígito (menos del 10%) y ve muy difícil aspirar a ser el
partido de la derecha tradicional. Como ya ocurrió en las generales van a
ser muchas las voces que adviertan que con los votos de VOX el Partido
Popular hubiera mejorado sustancialmente sus cuotas de gobierno.
Los electores han repartido alegrías y decepciones por barrios. Las
primeras lecturas de los resultadas se hacen con el eje derecha
izquierda que puede saltar por los aires a lo largo del largo proceso de
negociaciones y pactos necesarios para formar tanto los gobiernos
autonómicos como los municipales. En Cataluña, por ejemplo, la dinámica
de negociaciones apunta hacia situaciones que ahora resultan imposibles.
La vida política española avanza decidida por la senda de la
inestabilidad que se abrió tras la crisis económica que conocemos como
Gran Recesión.
(*) Periodista y politólogo
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