Aún no ha tomado posesión de la presidencia de la Cambra de Comerç de Barcelona y Joan Canadell i Bruguera, empresario de 51 años, ya ha ascendido varios escalones en la lista de personajes no gratos para el Upper Diagonal. 

Quince días después de la aplastante victoria de la candidatura impulsada por la Assemblea Nacional Catalana bajo el nombre de Eines de País, que supuso un duro golpe para el orgullo del establishment barcelonés -que comprobó, una vez más, que sus resortes para imponer su voluntad han perdido fuerza-, la elección de Canadell marca el segundo punto de inflexión. 

Basta con acercarse a la prensa de papel de este jueves para comprobar que poco o nada han entendido del terremoto que se ha producido y que aún no han asimilado que los ganadores de la votación cameral han sido elegidos para realizar una ruptura a fondo con el pasado.

Canadell no solo es un presidente de amplio consenso entre la candidatura ganadora por una abrumadora mayoría absoluta sino que, como cualquier recién llegado al cargo, merecerá ser valorado y juzgado por sus acciones. 

Ya se sabe que, en estos tiempos, lo de los cien días de tregua en todos los nuevos cargos ha pasado a mejor vida. Pero después de tal cúmulo de errores durante estos meses, proponiendo candidatos que han tenido un ínfimo resultado, parecería más inteligente esperar y ver. No sé, igual, 30 días y dejar de lloriquear por el resultado sería una buena medicina.

Después de 17 años de presidencia de Miquel Valls, el empresariado catalán ha votado algo más que un cambio cosmético: ha apostado porque entre aire fresco  de par en par y porque conduzcan el barco en una determinada dirección. Una de las frases que más se escucha estos días, y que acaba siendo como un discurso refugio de los que han perdido, es que la Cambra no debe hacer política y que para eso ya están instituciones como la Generalitat o el Parlament y los partidos. 

Por extraño que pueda parecer, no puedo estar más de acuerdo: han de dejar de hacer política y alejarse del papel dócil y disciplinado de sus antecesores. Han de hacer lobby, han de estar al servicio del empresariado y han de estar al servicio del país. Claro que han de estar al servicio del país O la Cámara de Comercio de España, ¿al servicio de quien está? 

No recuerdo a nadie que le sorprendiera, por ejemplo, ver al presidente de la Cámara de Comercio de España, José Luís Bonet, al lado del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, codo con codo, en la primera visita de un jefe de gobierno a Cuba en 32 años. 

Con la llegada de Canadell a la presidencia de la Cambra se inicia un camino que puede actuar de avanzadilla en la renovación de otras instituciones empresariales que tienen procesos de cambio por delante como, por ejemplo, la patronal de la pequeña y mediana empresa Pimec. Aunque cada entidad tiene su propia dinámica, es evidente que la gestión de Canadell y su nueva junta será determinante para generar confianza en procesos de cambio similares.

La pérdida de la joya de la corona por parte del Upper Diagonal y el mal perder del que han hecho gala muchos de sus miembros, sobre todo sus terminales mediáticas, hace prever un mandato nada fácil para Canadell. El nuevo equipo deberá ser fiel al programa con que han ganado pero también esforzarse en tejer nuevas complicidades. La que es, quizás, la victoria más importante del independentismo desde los hechos de octubre de 2017 no debería malbaratarse.


(*) Periodista y ex director de La Vanguardia