La victoria independentista es
incuestionable. Hoy, 27-M, Catalunya ha despertado independentista en
unas elecciones municipales como España despertó republicana en otras de
este jaez hace 88 años. Si con las mismas consecuencias o no, se verá
en un próximo futuro.
Porque estas municipales vienen ribeteadas de otras europeas, inexistentes en 1931, pero esenciales 88 años más tarde.
Sin
embargo, antes de hablar de Europa, un par de consideraciones sobre las
locales. La CUP y las Primarias de Graupera/ANC tendrán, es de suponer,
algo que decir, a no ser que una obcecación incomprensible los lleve
menospreciar los resultados electorales en cuanto medición de la
oportunidad de los propios planteamientos.
Como esto es política, habrá
quien sostenga que los miles de votos a su nombre, pero sin
representación, de votos inútiles, son un signo del valor de quienes
tienen siempre razón con independencia de que se la den o no. Para
muchos otros mortales, esas decenas de miles de votos son votos perdidos
y no hallados en el templo de la independencia como el desaparecido
santo niño fue hallado en el templo de su padre.
De
las Primarias sé poco, aunque presumía mayor realismo en la ANC. La CUP
es víctima de una cruel ironía del destino, que la excluye del que
considera su terreno nutricio. Alguien, supongo, relacionará este
resultado con la errática política de la organización en los últimos
años. Su imagen, probablemente injusta, pero generalizada, es la de unas
gentes que hablan mucho, lo critican todo, pero no hacen nada. Ni
siquiera son capaces de explicar de forma medianamente convincente las
razones de sus habituales cambios de criterio.
El PSC, como partido sucursalista, se mantiene y se recupera al rebufo del incumbent effect. Pero
es claro que Catalunya ha dejado de ser un baluarte del socialismo
español, lo cual explica lo magro de los resultados de este incluso en
la cresta de la ola.
Barrida
general de las derechas, como en el País Vasco, zafarrancho de
limpieza, baldeo de cubierta y reducción de los municipios de la unagrandelibrevivaespañaarriba españafrancofrancofranco a la mínima expresión. En Catalunya, los partidos unionistas de la derecha son casi extraparlamentarios.
Pero
como aquí hay dos países, España y Catalunya, resulta que los
extraparlamentarios de Catalunya gobiernan en Madrid, esto es, el
ayuntamiento y la comunidad. Emerge además el culebrón de la "verdadera"
izquierda de Brian que ha traído el gobierno de la derecha más atroz
exclusivamente por su fabulosa incompetencia. Pero esto será objeto de
otro post, por si a alguien se le ocurre dimitir. Europa era aquí la
clave. Con Europa nació Podemos en 2014 y con Europa ha muerto. Por no
entenderla, cosa que sí ha hecho el independentismo.
No
hay inconveniente en considerar que la dirección de este sea un
duumvirato (Puigdemont/Junqueras) o una resurrección de la sabia
institución romana de los dos cónsules. Pero, en este caso, uno de los
cónsules predomina por mandato popular, ganado en limpia lid impuesta
por ERC y ha dejado definitivamente zanjada la cuestión de la hegemonía
en el independentismo. Es de suponer que no habrá razones personales que
enturbien el significado de los hechos.
Barcelona
es muy importante, claro, y los gobiernos municipales son esenciales,
por supuesto, pero como partes de un juego más amplio que se juega a
escala nacional-catalana, estatal y europea. De pronto, la superioridad
numérica de ERC en la minoría catalana en el Congreso es irrelevante. Lo
que cuenta es Catalunya, allí donde Puigdemont ha ganado limpiamente
por skype, haciendo ciberpolítica.
Junqueras estaba en similar posición,
pero llevaba la ventaja de unas ruedas de prensa autorizadas por el
gobierno, una comunicación más fluida y, además, tenía un partido
detrás, una maquinaria que funciona muy bien. Puigdemont solo tenía a su
amigo Matamala y un barullo de organizaciones mal avenidas. Y aun así,
el skype ha funcionado tan bien que su lista, ganadora en Catalunya, ha
obtenido 38.000 votos en el resto del Estado, a pesar de que solo
contenía candidatos/as catalanas/es.
Eso vuelve a ser el citado carisma que los de elMón.cat llaman
prudentemente "liderazgo". Sobre liderazgos hay mucho en donde escoger.
Está el tipo gaullista, más solemne, hecho de la legitimidad de la
presidencia en el exilio que Palinuro suele atribuir a Puigdemont. Pero
también aparece, el momento garibaldino, el del líder empecinadamente
republicano que prepara las batallas desde el exilio por skype, y las
gana en el terreno. O la leyenda del profeta desarmado.
En su post de ayer, La República de todas,
escribía Palinuro: "Se quiera o no la candidatura de Junqueras plantea
una situación de combate singular entre él y el presidente. Lo que todo
el mundo va a mirar es cuál sea el respectivo respaldo electoral en
Catalunya. No está mal, aunque es irrelevante. La República solo es
concebible si contiene todos los sectores, corrientes, ideas, partidos,
tendencias y no solo una parte". Consultado al respecto, Palinuro se
reafirma en lo dicho.
Resumen
telegráfico: en Catalunya, el independentismo ha ganado las elecciones
europeas y las municipales. Suma el 49,72% de los votos.
Ahora
corresponde al presidente Sánchez explicar por qué se niega a convocar
un referéndum que valide su frecuente afirmación de que los indepes son
una minoría en Catalunya.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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