Una de las noticias del año -y de las grandes vergüenzas de la justicia en España- será, sin duda, la absolución total de Sandro Rosell
por la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia
Nacional, dada a conocer este miércoles, y la constatación fehaciente de
la terrible injusticia de la prisión provisional decretada en su día
por Carmen Lamela.
Los tres magistrados de la sala han
firmado la sentencia por la que le absuelven de los delitos de blanqueo
de capitales y pertenencia a grupo criminal, por los que venía siendo
acusado junto a otras cinco personas. Una absolución total y absoluta
después de haber pasado ¡21 meses! en prisión preventiva y teniendo
junto a su socio Joan Besolí el primer lugar del ranking de permanencia de privación provisional de libertad por un supuesto delito económico que se ha demostrado inexistente.
La juez Lamela le denegó la libertad bajo fianza hasta en
trece ocasiones y deberá arrastrar de por vida una mancha en su
expediente que le debería incapacitar para seguir ostentando
responsabilidades tan altas. Lejos de ser así, hace poco tiempo, cuando
ya era evidente que no había una gran causa judicial contra Rosell, fue
promocionada al Tribunal Supremo, la instancia judicial más alta en
España.
Y allí sigue. Y allí seguirá. La misma magistrada que envió a
los Jordis -Cuixart y Sánchez- a prisión hace 555 días y
que, cuando comparecieron los miembros del Govern que fueron enviados a
prisión en noviembre de 2017, según relató uno de ellos, no prestó
excesiva atención a su declaración: "Nos ignoraba ostentosamente,
mirando convulsivamente su móvil. Ya tenía redactado el ingreso en
prisión".
Es escalofriante lo que le ha sucedido a Sandro Rosell y más aún
pensar en la indefensión absoluta de los ciudadanos en casos como este.
No vale, ni mucho menos, poner por delante que la independencia judicial
es la que ha decretado finalmente su libertad. ¿Y los 21 meses que ha pasado entre rejas?
¿Nadie es responsable de ello? Es la única profesión del mundo en la
que los errores no comportan una sanción y cuando se toman medidas tan
drásticas como la privación de libertad durante 21 meses por los delitos
de blanqueo de capitales y pertenencia a grupo criminal se tiene que
estar muy seguro de la comisión del supuesto delito del que se acusa.
La
temporalidad de las noticias en el mundo en que vivimos dará a la
absolución de Sandro Rosell unas horas o unos pocos días de vida. Pero
asusta, no sé encontrar otra palabra, que esto pueda haber llegado a
suceder y que se ciernan sobre su largo tiempo de prisión inquietantes
noticias que tienen mucho a ver con su adscripción ideológica y la
posición del Fútbol Club Barcelona ante la Via Catalana
del 11 de septiembre de 2013, el Concert per la Llibertat celebrado en
el Camp Nou el mismo año, o unas supuestas presiones de Estados Unidos,
molestos porque Qatar obtuviera el mundial de fútbol de 2022.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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