martes, 30 de abril de 2019

Llach / Ramón Cotarelo *

Siempre se ha dicho que los buenos resultados electorales no eximen de responsabilidades penales. Una de las últimas veces, cuando el dueto Camps/Barberá apelaba a obtener mayorías absolutas para contrarrestar su horizonte penal. Muy justo. ¿Por qué ahora, sin embargo, el asunto chirría tanto y nadie se atreve a insinuar que haya un intento de evadir lo jurídico por lo político? 
 
Porque son presos políticos, presos de conciencia, personas inocentes que no tratan de evitar responsabilidades penales escudándose en mayorías electorales, sino que se les exigen responsabilidades por haber obtenido esas mayorías.

Las elecciones han dado un vuelco a la imagen de estos tiempos. Los jueces ya no tienen ante ellos unos presos ordinarios y es imposible seguir negándose a llamarlos presos políticos cuando varios son diputados y uno, en concreto, el líder más votado en Catalunya. No obstante, sigue sin ser suficiente para explicar el cambio. También Ruiz Mateos fue eurodiputado y era un delincuente que seguramente se presentaría como preso político.

El cambio de imagen se ha completado con la fabulosa declaración de Lluís Llach. Su contenido, sobrio y descriptivo deja vacío el de este juicio, como un traje de polichinela tirado sobre una silla. Ni atisbo de violencia, ni sedición, ni rebelión, ni odio, ni el resto de patrañas que la larga serie de uniformados de cuerpo y espíritu venía fabulando con intención de pasar como hechos puras mentiras e infundios.

Con la declaración de Llach desaparece toda base material y racional de este proceso. Pero su contenido fue mucho más allá. Fue la afirmación del comienzo, que, dicha en tono suave, sonó como un trueno: "con la venia, señor presidente, quiero expresar que, como ciudadano, homosexual, independentista y aspirante a ciudadano del mundo, estoy en desacuerdo con que me haga preguntas Vox". 
 
De inmediato fulminante intervención del presidente Marchena. No obstante, el cuidado de este en la respuesta manifiesta su intuición de estar pisando terreno muy resbaladizo. Substituyan ustedes "homosexual" por "judío" y "VOX" por el "NSAPD" y veremos el fondo de este proceso gracias al valor de Lluís Llach.

Una palabra sobre el lenguaje no verbal de Llach. Una manifestación educada pero patente de resistencia pacífica, a pesar del hartazgo, del hastío que produce verse obligado a actuar en una situación tan falsa como injusta e inhumana. haciendo como si no lo supiera. Cuando lo sabe, y sabe que los jueces saben. Y los jueces saben que él sabe que ellos saben. 

Todo en orden. Como si pedir 25 años de prisión para una persona por defender sus ideas de forma pacífica fuera normal en una sociedad civilizada.  
 


(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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