Al sobrepasar el ecuador de la campaña electoral sigue habiendo el suficiente número de indecisos para
moverse con cautela una vez repasados los diferentes sondeos que se
vienen publicando.
Entre el 20% y el 25% de electores que no dicen
qué votarán, y que como ya sucedió en las elecciones andaluzas y
previamente en las catalanas decidieron la papeleta en las horas previas
a la jornada de votación, obliga necesariamente a la máxima cautela.
El PSOE va a ser con seguridad primera fuerza
política. Pero cómo va a gobernar es la gran incógnita. En la primera
semana su electorado se ha movilizado más que ninguno y se le han
abierto opciones de gobierno con Ciudadanos y con el independentismo.
A las fuerzas independentistas les cuesta siempre entrar más en unas
elecciones españolas.
Pero, seguramente, las conferencias de prensa
desde la prisión de Soto del Real de Oriol Junqueras y de Jordi Sànchez
habrán tenido un efecto eléctrico entre sus respectivos electorados.
Igual que el mitin en que ha podido participar desde la prisión Jordi Turull este sábado y podrá hacer lo propio este domingo Josep Rull.
El impacto emocional de poder escuchar después de tanto tiempo a los
presos políticos hablando del país que desean no es una cuestión menor.
Aunque Junqueras y Sànchez tienen en estas elecciones objetivos
diferentes ―el primero ganarlas, el segundo conseguir grupo propio―, el
empuje de ambos debería ayudar a un gran resultado del independentismo a
la espera de que el Front Republicà de Fachin sea capaz de entrar en el
Congreso de los Diputados.
El independentismo se juega mucho más de lo
que parece en estas elecciones, ya que no será igual que sea
imprescindible para la gobernación que un ejecutivo entre PSOE y
Ciudadanos.
Y ello aún está por decidirse y dependerá del resultado en
Catalunya. En unos comicios llenos de incertidumbres eso sí que aparece
como lo único seguro.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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