Los partidos nacionalistas han tejido tradicionalmente alianzas de
interés para reforzar las reivindicaciones que les son comunes, aunque
sin perder de vista lo que les separa. Un momento crítico para estas
alianzas se produce en las elecciones al Parlamento Europeo con distrito
nacional único, que impone sumar fuerzas para alcanzar un porcentaje
significativo, al menos el 2% de los votos.
Entre los partidos nacionalistas más veteranos PNV y ERC, la relación
es asimétrica, les une el nacionalismo, cierto soberanismo pero les
separa la ideología; el izquierdismo de ERC resulta poco soportable a
los peneuvistas, que hasta ahora amigaron con el catalanismo pujolista,
(CDC) y con Unió, ambos partidos con matriz cristiana próxima a la de
los vascos.
Una matriz que ahora tiene poco que ver con la deriva de los
de Puigdemont. La raíz carlista de ambos grupos ya no significa nada,
solo origen histórico.
Para las próximas elecciones europeas la alianza tradicional PNV-CDC
(ahora PdCat y luego ya veremos) no ha cuajado; Puigdemont va solo, en
competencia con ERC y con la pretensión de unir algún día todo el
independentismo catalán, hipótesis con pocas posibilidades a medida que
pasan los meses.
Para estas elecciones tanto PNV como Puigdemont e ERC aspiran a
alcanzar con sus propios votos algún eurodiputado que les permita
presencia en los grupos a los que se adscriban. ERC ha pactado con BILDU
y con el BNG con el objetivo de alcanzar un millón de votos que les
otorgarían entre 3 y 4 eurodiputados.
Los del PNV (aliados con
nacionalistas canarios y gallegos) aspiran a 1 eurodiputado aunque
sueñan con 2, listón que requiere superar medio millón de votos. La
Galeuska (gallegos, vascos y catalanes) que tiene tradición histórica
aparece ahora fragmentada y sin demasiado sentido inmediato aunque los
objetivos sean semejantes.
Puigdemont confía alcanzar los 300.000 votos que le garantizarían un
escaño, a base de épica independentista creada en torno a su figura y
peripecia. Su deriva es cesarista con un nuevo partido-movimiento en
construcción que pasa por una crisis interna que deben resolver las
sucesivas elecciones del 28 de abril y 26 de mayo.
Los otros grupos nacionalistas valencianos, canarios, asturiano… que
han acompañado a alguna de las coaliciones tradicionales buscan su
acomodo, especialmente los primeros que en torno a Compromis aspiran a
un eurodiputado que les proporcione visibilidad.
Podemos, a pesar de sus crisis internas, ha conseguido una lista con
IU y otros afines que el año 2014 fueron en distintas listas. Tienen muy
difícil repetir el éxito de entonces, cuando sumaron tres millones de
votos 11 diputados (en dos listas) más otro de EQUO en otra lista.
Lo relevante en este momento es el divorcio entre PNV y los
independentistas catalanes, consolidado con la desavenencia entre
Puigdemont y Urkullu durante las horas críticas del “procés” y rematadas
con la declaración de este último en el Supremo hace pocas semanas.
(*) Periodista y politólogo
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