El artículo de Palinuro en elMón.cat de ayer, titulado Los renglones torcidos.
Para
torcidas, aviesas y embarulladas las declaraciones de los guardias
civiles en el espectáculo judicial del proceso el 1-0. Relatos
fabricados por mentes calenturientas, típicos de la literatura llamada
gótica y también de cordel: conjuras, complots siniestros, rostros
patibularios y amenazadores, tumultos, banderas piratas nunca antes (ni
después) vistas, seres imaginarios a bordo de coches espectrales en
direcciones imposibles, objetos voladores de calidad y en cantidad
ideterminadas.
Una mezcla de Los misterios de Udolfo y Fantômas, con unas gotas de Fu Manchú.
En
algún momento esta farsa se volverá contra quienes la han puesto en
marcha, acusadores, testigos, mandos políticos y algún que otro juez.
Políticamente ya lo ha hecho. El intento de encasquetar a los indepes
unos delitos inventados de rebelión, sedición, malversación, etc., ha
fracasado rotundamente hasta en sus más nimios detalles. La cosa es
también si no se volverá jurídicamente. Alguien debe responder por este
desaguisado sin palitivos.
Aquí el texto en castellano:
Los renglones torcidos
Ya
se sabe, son los de Dios, que escribe recto. Son torcidos para los
hombres. Pero como los hombres, a su vez, están hechos de madera
torcida, según Kant, lo torcido con lo torcido da recto, pero otro tipo
de recto. Uno que a lo mejor nadie esperaba.
Aquí
tenemos nuestra República, cuyos textos declarativos no solo están
torcidos, sino que forman un temible galimatías del que todo el mundo se
desentiende. Y, por otro lado, tenemos unas instituciones de muy
diferente naturaleza, origen y funciones, todas efectivas y
administradas por personas que se entienden perfectamente en el
"galimatías" declarativo. Piénsese en el significado de que todo el
independentismo, en el gobierno, en el Parlamento, en los órganos en el
exterior declare estar obligado por el mandato del 1-O.
¿Qué
quiere decir aquí "mandato"? ¿Con qué origen? ¿En qué contexto
institucional? El Estado no puede admitir un "mandato" originado en un
acto ilegal o incluso inexistente, según lúcido juicio del anterior
genio que gobernó España. Sin embargo, ese inexistente mandato es
programa de acción del independentismo dentro y fuera de las
instituciones. Y programa efectivo.
Poder
dual, dos poderes. Muy asimétricos, desde luego, pero dos. Interesados
en discurrir por vías paralelas, sin colisiones. Pero los reglones están
torcidos y los choques son inevitables. Tanto que hay un sector de
doctrina dominante que recomienda mantener un nivel bajo de permanente
conflicto en preferencia a una solución all out. Algo así se vino
haciendo en el prolongado conflicto vasco. Pero aquí es inviable, dado
que los costes de la latencia táctica serían muy elevados.
El
horizonte independentista tiene mucha fuerza de movilización, se
articula como un movimiento universal de recuperación nacional y el
apoyo es reiteradamente masivo y pacífico. El horizonte unionista, en
cambio, está yermo. Solo tiene propuestas negativas y prohibitivas.
Las
más reaccionarias quisieran ver ilegalizado el independentismo y a sus
dirigentes en la cárcel; las menos reaccionarias se conforman con
suspender la autonomía catalana; y las más moderadas dejan las cosas
como están y se niegan a hablar de referéndum de autodeterminación y de
independencia.
En realidad las
propuestas son vasos comunicantes. Los moderados se echarán en brazos de
los menos reaccionarios cuando el independentismo se obstine en hacer
un referéndum de autodeterminación como ya ha hecho otros. Ambos, a su
vez, se unirán al coro de quienes piden ilegalización y prisión si la
Generalitat se negara a aceptar la suspensión de la Autonomía.
En
su reciente revelación patriótica española, el presidente Sánchez
cierra toda posibilidad de independencia o autodeterminación de
Catalunya. Porque sí. O, mejor dicho, porque no. Es una actitud dura
dirigida al electorado español con un mensaje: "somos de izquierdas, sí,
aunque no mucho, pero más españoles que Santiago Matamoros, que mataría
muchos moros, pero no era español".
El
día 29 de abril se echan nuevas cuentas. Los vaticinios especulan con
multitud de probabilidades según los porcentajes de votos de los
partidos. Gran coalición, triunvirato de fachas, alianza de las
izquierdas, centro nacional, unión sagrada. Pero, en el fondo, la
cuestión esencial será si la minoría catalana indepe tiene capacidad de
bloqueo y en qué medida.
Si la tiene hará bien en usarla en beneficio
del proyecto republicano forzando la legalidad española. Si no la tiene,
habrá de refugiarse en el baluarte catalán porque, sea cual sea la
combinación política dominante en el Parlamento español, este legislará
contra la República Catalana.
A
su vez, según sea el resultado de las legislativas (y qué porción
corresponda en este a sus distintas fuerzas), habrá un efecto sobre las
subsiguientes elecciones municipales. Lo que pudieran ser las líneas
torcidas de la composición del Parlamento español, se enderezará en las
elecciones locales con un voto masivo de defensa al independentismo que
dé ayuntamientos independentistas.
La raíz de las libertades públicas sigue estando en el ámbito municipal reforzado por un gobierno independentista.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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