Se traen a Blanca, hoy mismo, a Adolfo
Suárez Illana, que fue candidato abortado en las urnas a la presidencia
de Castilla-La Mancha, para hablar del cuarenta aniversario del trasvase
Tajo-Segura, con el riesgo de que en aquella Comunidad entiendan que la
transferencia de sus simpatías a Murcia contenga una doble intención:
por un lado, la de vengar su irrelevancia política en aquella zona, y
por otro, la de agradecer el rescate del murciano Teodoro García para
que haga de figurón como número dos en Madrid a costa del magnetismo de
su apellido.
En realidad, por lo que sabemos, a Suárez Illana lo que de verdad le preocupa es apropiarse del título de duque que el rey otorgó a su padre, por el que ha intercedido sin éxito ante Zarzuela y por el que pleitea, de manera que el sueldo de diputado le vendrá bien para pagar a los abogados. De lo que no se debe haber enterado es de que lo han fichado por el apellido, en plan simbólico, y los símbolos no hablan, porque si lo hacen, la cagan.
En realidad, por lo que sabemos, a Suárez Illana lo que de verdad le preocupa es apropiarse del título de duque que el rey otorgó a su padre, por el que ha intercedido sin éxito ante Zarzuela y por el que pleitea, de manera que el sueldo de diputado le vendrá bien para pagar a los abogados. De lo que no se debe haber enterado es de que lo han fichado por el apellido, en plan simbólico, y los símbolos no hablan, porque si lo hacen, la cagan.
Se
traen a Blanca a Suárez Illana, y esto inmediatamente después de que
exhiba sus descubrimientos antropológicos sobre el comportamiento de los
neandertales, uno de los grandes misterios para la comunidad
científica, y de su enunciado al tuntún acerca de las costumbres de
Nueva York, consistente en disparar primero y preguntar después al modo
de las fake news, por si cuela, cuela.
Nadie en la historia reciente de la democracia española ha hecho un ridículo tan aparatoso en tan pocas horas, pero en vez de mandarlo a casa o de ponerlo en alcanfor hasta que acabe la campaña, el PP va y se lo trae a Murcia, al reducto seguro de Blanca, para que hable del trasvase Tajo-Segura en su condición de supuesto castellano-manchego, y es probable que se exprese sobre las cuestiones hidrológicas con tanto rigor como lo ha hecho sobre las costumbres de los neandertales o acerca de las prácticas abortivas en Nueva York.
Nadie en la historia reciente de la democracia española ha hecho un ridículo tan aparatoso en tan pocas horas, pero en vez de mandarlo a casa o de ponerlo en alcanfor hasta que acabe la campaña, el PP va y se lo trae a Murcia, al reducto seguro de Blanca, para que hable del trasvase Tajo-Segura en su condición de supuesto castellano-manchego, y es probable que se exprese sobre las cuestiones hidrológicas con tanto rigor como lo ha hecho sobre las costumbres de los neandertales o acerca de las prácticas abortivas en Nueva York.
Si
la voz de la autoridad del PP sobre el trasvase es la de Suárez Illana,
un pijo que vive políticamente de la memoria histórica de su padre,
rentabilizándola en el partido que fundó Manuel Fraga, enemigo acérrimo
del primer presidente de la democracia, apaga y vámonos. ¿Por qué tiene
que ser la Región de Murcia el escenario en que este insolvente
reaparezca en público tras haberse manifestado como un friki, perfecto
para andanzas tuiteras, pero muy alejado del rigor que debiera exigirse a
quien se enfrenta a la complejidad de la política en el siglo XXI?
Tal
vez la respuesta haya que encontrarla en quienes lo han fichado, lo
apoyan y todavía lo promueven. Suárez Illana no es una excepción. A la
cúpula del PP le ha dado por entender que la cuestión del aborto es el
principal problema del país, pues incurren en el asunto incluso cuando
parece que quisieran hablar de otra cosa. Es en estas cuestiones de la
moral religiosa donde parecen sentirse más cómodos, y esto aunque
contemplemos a una nueva generación de gente que debiera estar puesta en
el mundo.
No tardaremos en comprobar que hasta el papa Francisco los deja atrás en integrismo. El propio líder del PP, Casado, se ha permitido aconsejar a las mujeres embarazadas que piensen en lo que llevan dentro de su cuerpo, como si ellas no lo supieran, y nuestro Teodoro García, de manera displicente, les ha recordado que si quieren abortar podrían hacerlo fuera de España: tal vez él no había nacido cuando muchas murcianas viajaban a Londres, amparadas por la legislación británica de la señora Thatcher, para someterse al aborto.
La señora Thatcher era más de derechas que todos estos juntos, pero no era algo que ellos muestran ser: meapilas. Aunque más que temerosos de Dios lo parecen de Vox, según el juego de palabras que ha implicado y sorprendido a Juanes.
No tardaremos en comprobar que hasta el papa Francisco los deja atrás en integrismo. El propio líder del PP, Casado, se ha permitido aconsejar a las mujeres embarazadas que piensen en lo que llevan dentro de su cuerpo, como si ellas no lo supieran, y nuestro Teodoro García, de manera displicente, les ha recordado que si quieren abortar podrían hacerlo fuera de España: tal vez él no había nacido cuando muchas murcianas viajaban a Londres, amparadas por la legislación británica de la señora Thatcher, para someterse al aborto.
La señora Thatcher era más de derechas que todos estos juntos, pero no era algo que ellos muestran ser: meapilas. Aunque más que temerosos de Dios lo parecen de Vox, según el juego de palabras que ha implicado y sorprendido a Juanes.
Fichas a
un trasto que pretende acumular méritos, se fija en lo que hacen sus
promotores, e intenta superarlos en verborrea. La consecuencia es que
mete la pata y ha de rectificar por indicación de éstos, que se se
acaban dando cuenta en persona ajena de que la estupidez tiene límites,
aunque ellos mismos no los observen. ¿Y qué hacen para que el meritorio
se redima? Se lo traen a Murcia, pues aquí tragamos con todo. A ver si
con otro asunto y bien aleccionado se expresa con más tino.
En
realidad, lo que corresponde que nos transmita Suárez Illana es lo que
opinaban los neandertarles, ya que tan experto se manifiesta sobre
ellos, acerca del trasvase Tajo-Segura, y si hay algún abogado de Nueva
York que disponga de alguna pega a las transferencias hidráulicas. Lo
ponen a huevo. Todavía no se han enterado de que en política todo vale,
menos la reiteración del ridículo.
Diego Conesa recibe de la delegación del Gobierno un certificado de austeridad
A mediodía del pasado viernes, Diego
Conesa recibió una agradable sorpresa del equipo funcionarial de la
delegación del Gobierno, al frente de la cual ha permanecido algo menos
de un año. Era el día en que presentaba su renuncia, y en la casa no lo
dejaron marchar sin hacerle entrega de un documento insólito, una
simulación, aunque con sello real, de un certificado, en el que puede
leerse:
«La Habilitación de la
Delegación del Gobierno en Murcia certifica que, según los antecedentes
obrantes en este centro directivo, don Diego Conesa Alcaraz como
Delegado del Gobierno en la Región de Murcia desde 19 de junio de 2018
hasta el 1 de abril de 2019 ha dispuesto de los fondos protocolarios con
una austeridad inusual hasta la fecha en este organismo. Y para que no
se le olvide donde quiera que vaya, expido la presente certificación en
Murcia a 29 de marzo de 2019».
Se
trata, claro, de un documento extraoficial e informal, pero si
atendemos bien a su trascendencia, lo que han querido expresar con este
'certificado' es que Conesa se ha comportado con una insólita austeridad
en el uso de los recursos a su disposición, hasta el punto de que ha
llamado la atención del estamento funcionarial, al menos en relación a
los antecesores que han disfrutado de ese cargo, y no es preciso
recordarlos.
El líder
socialista, como sabe cualquiera que se relacione con él, es alguien que
mira el euro, y si lo hace en su vida cotidiana (en el fondo, es un
pequeño empresario) no parece que cambie cuando le toca administrar los
recursos públicos. Y esto es algo que ha llamado la atención de quienes
durante los últimos meses lo han rodeado en la delegación del Gobierno.
Se
pone el ejemplo de que para asistir a ferias internacionales, tras
comprobar que no había disposición hotelera, no ha tenido problema en
localizar en la capital en que se celebraran a amigos o conocidos (e
incluso a conocidos de conocidos) para pernoctar en sus casas sin
necesidad de mover cielo y tierra para que le otorgaran un alojamiento
oficial.
La actitud de Diego
Conesa recuerda las proclamas iniciales del PP, allá por mediados de los
años 90, cuando ese partido accedió al poder: «Asesores, gratis total»,
«Comidas, ni las de trabajo»... Al poco tiempo tales lemas pasaron a
mejor gloria, y hoy es visible para todos el nivel de vida que han
adquirido algunos de quienes los ingeniaron. Ya veremos.
(*) Columnista
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