Después de la fiesta de la democracia del sábado, de retorno a casa en la romería indepe de los domingos, me encontré esta entrevista que me había hecho unos días atrás Roger Graells Font con fotos, fabulosas, por cierto, de Albert Salamé. Mil gracias a ambos. Em trec el barret, sobre tot pels vostres ànims lingüístics.
Grata
coincidencia. La entrevista habla de la iniciativa política y la
confrontación pacífica con el Estado. Pues bien, ahí mismo está. Para
las autoridades españolas, entre Atocha y Cibeles pasearon holgadamente
18.000 almas. Contando solo seguramente las que vayan a salvarse, el ABC
las veía, literalmente, "con cuentagotas".
Levantaban constancia
fehaciente de lo que ya habían vaticinado: cuatro gatos y con
cuentagotas. Por eso ninguno se molestó en informar sobre la
convocatoria antes, ni hora, fecha, lugar o motivo. Carece de sentido
informar sobre un no-acontecimiento, al estilo de los no-referéndums de
M.Rajoy.
Aun
así, desde diversas tribunas públicas, en medios o sermones de los
medios o doctrina tertuliana, se avisó seriamente a los responsables de
esta raquítica concentración ahogada en la amarga conciencia de su
insignificancia. No todo el monte es orégano. Si no se respetara el
derecho de protesta, ¿cómo iban los indepes a protestar? Es evidente que
tienen el entendimiento trastornado.
Para volverlos a su sano juicio
algunos líderes de firme voluntad prometen prohibir las manifestaciones
en las que se proteste contra la prohibición de las manifestaciones. Den
ustedes gracias a los dioses de que no están ya entre barrotes, como
sus representantes. El Estado de derecho no solo se defiende en las
alcantarillas, según inspirada doctrina de Felipe González, sino también
en las mazmorras.
Y
luego viene el asunto de las relaciones del independentismo con la
izquierda española que tantas suspicacias despierta. Lo del PSOE está ya
claro. Es partido de izquierda, según propia afirmación, pero
radicalmente contrario a la independencia de Catalunya o a la mera
consideración del derecho de autodeterminación que no es un derecho y,
de ser algo, solo puede ser un auto de terminación.
Porque la
autodeterminación corresponde al pueblo español, del que el catalán es
parte tan inseparable como la trompa del elefante. La diferencia entre
esta concepción y la de toda la derecha/búnker está en el animal, pues
esta habla del cuerno del rinoceronte.
Lo
de Podemos es similar, aunque más deliberadamente embrollado. No hay
oposición a la independencia de Catalunya ya que no se considera esa
posibilidad. Cuando España sea un Estado plurinacional como un rico
mosaico, todas las naciones en él contenidas estarán tan felices que
olvidarán el señuelo de la independencia. Es lo que se llama ganarse a
los catalanes por seducción.
En cuanto a la autodeterminación, Podemos
es más avanzado que el vetusto PSOE y reconoce su conveniencia siempre
que sea pactado con el Estado. O sea, tampoco quiere referéndum, pero se
nota menos que con el PSOE. Ya veremos quién se lleva más votos
españoles.
En
definitiva, solidarias con el independentismo catalán hay algunas
organizaciones de la izquierda española, revolucionarias, comuneras,
republicanas, nacionalistas, pero, si no ando equivocado, son muy
minoritarias y, con excepciones, extraparlamentarias. Esto no quiere
decir nada crítico. Solo pretende dejar en claro la llamada "doctrina
Sinatra", que se aplicó en tiempos de la disolución del imperio
soviético: My own way, esto es, cada cual para sí mismo.
El
republicanismo catalán no puede tener más que una relación solidaria con
el del resto del Estado y en modo alguno de integración o dependencia.
El himno de Andalucía pide a los andaluces que se levanten "por
Andalucía libre, España y la humanidad". ¿No pueden los catalanes
ahorrarse el intermedio de España? ¿Por qué no? Por experiencia
histórica y percepción lógica, el independentismo catalán ha de aplicar
la doctrina Sinatra.
Ayer,
Pedro Sánchez encontró un rato para tomar nota de la manifa del Paseo
del Prado, afirmando que, mientras el PSOE gobierne, no habrá
independencia de Catalunya. Lo mismo que decía Cánovas del Castillo de
Cuba que nunca sería independiente.
Se entiende que lo diga, pues está
ya hablando en precampaña electoral y piensa en los votos castizos. No
se los va a dejar a los tres mosqueteros, Athos/Abascal, Porthos/Casado y
Aramis/Rivera.
Él, el D'artagnan de legendarias proezas, como salir
vivo de una defenestración ordenada por la malvada Lady de Winter Díaz.
Ni independencia, ni autodeterminación, ni referéndum. Nada.
Hasta el día siguiente a las elecciones del 28 A. Ahí será el llanto y el crujir de dientes.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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