Se diría que el idioma de Cervantes ya no nos sirve en la Península,
Islas Canarias, Islas Baleares, Ceuta y Melilla. En los demás países
cuya lengua oficial es el español parece que todavía no se han dado
cuenta de lo anticuados que se van quedando.
Y no me refiero a los
anglicismos impulsados por las nuevas tecnologías, sino al habla
degradada que, como la moneda de peor condición, va sustituyendo sin
necesidad alguna a la de toda la vida, o sea, la utilizada tanto por
nuestros clásicos como por nuestros grandes escritores hasta hoy mismo.
No voy a entrar en el manido tema de la calidad de nuestra enseñanza
del castellano o español, pero creo poder decir que me siento muy a
gusto cuando oigo hablar a los inmigrantes hispanoamericanos. Se
expresan con una fonética, una riqueza verbal, una sintaxis y hasta un
educado tono como ya no se gastan por estos pagos.
Aquí nos acordamos un día de la palabra “oxímeron” y a renglón
seguido se repite en los medios de comunicación como si estuviera
subvencionada. Otra vez acudimos al “empoderamiento”, le añadimos una
nueva acepción y empoderamos a quien nos viene en gana, desheredado de
la fortuna o no. También se pusieron de moda “transversal”, “integral” e
“interdisciplinar”, tres adjetivos que, sumados, quedan muy bien en los
textos legislativos donde todos los componentes “interaccionan”.
Y, aun
rehuyendo polémicas con el feminismo idiomático, ahí está lo de
“miembra” del Gobierno o “portavoza”, o la cita por separado de “perros y
perras” y “gatos y gatas” en una disposición autonómica sobre el
bienestar animal.
La tentación de seguir con ese tema es muy grande, pero lo anterior
solo debía servir de introito para comentar la reciente creación de la
nueva Secretaría de Estado de la España Global. Se trata de mejorar su
imagen tanto fuera como dentro de nuestras fronteras.
Depende del
Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, sustituye
al Alto Comisionado de la Marca España y se presenta como una célula
“reputacional” con el fin de detectar y anticipar riesgos y
oportunidades para el nombre de España en el mundo y poder reaccionar
con la mayor diligencia.
Lo de la Marca España no acababa de gustarme. Entiendo que el “made
in Germany”, por ejemplo, es más efectivo que cualquier propaganda
oficial. Pero tampoco veo las ventajas del cambio. Según el DRA,
“global” es “tomado en conjunto” y se refiere al planeta o globo
terráqueo. En el habla común se utiliza especialmente en la expresión
“aldea global”.
Ignoro, pues, el significado de tal calificativo en la
nueva denominación, aunque parece querer abarcar todas las cuestiones en
las que España ha tenido o tiene algo que decir. Lástima que llegue
tarde para evitar que Portugal haya acuñado una moneda de dos euros con
Magallanes como primer navegante que dio la vuelta al mundo, mientras
que aquí, salvo algún medio privado de comunicación, como ABC,
nadie haya salido en defensa de Elcano, una de nuestras glorias, global o
no.
Es solo un ejemplo pero ya el refranero español nos enseña que el
que mucho abarca poco aprieta. El adjetivo “global” es demasiado
ambicioso.
(*) Consejero Permanente de Estado, Magistrado del Tribunal Supremo (J), Abogado del Estado (J) y Profesor Titular de Derecho Penal.
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