Ya tenemos encima las elecciones otra
vez. 2015, 2016, 2019. Todo un ciclo de crisis. Menos mal que, según
Aznar, antes se romperá Catalunya que España. De momento, la único
seguro es que Catalunya ha hecho caer dos gobiernos españoles en menos
de un año.
Ábrese aquí amplio concurso se sabios comentaristas sobre
Sánchez, su destino, el PSOE, los barones, Catalunya, el independentismo
(o diabólico secesionismo, según) la derecha nacional, los
vendepatrias, los plazos, las posibles coaliciones, en fin, toda esa
sarta de vaciedades con que llenan las ondas sonoras y visuales como si
dijeran algo.
Las
elecciones abren un periodo de incertidumbre, de competición, de lucha
por conseguir el triunfo que cabe representar en una manzana, elemento
en innumerables leyendas, símbolo del triunfo y de la bienaventuranza.
Las manzanas doradas garantizaban la inmortalidad a los dioses nórdicos y
wagnerianos.
Algo parecido a la manzana de Samarkanda, de las Mil y Una
Noches, que cura todos los achaques físicos y, por tanto, muchos
psíquicos también, pues lucir joven cuando se es viejo enardece el
espíritu. No es seguro que también cure los achaques morales. No consta
que la de Samarkanda lavara las conciencias como las conciencias lavan
los capitales, ni que dejara libres de culpa a la sarta de ladrones del
PP.
Las
manzanas simbolizan pues la victoria sobre la enfermedad, sobre la
muerte, ¡cómo no sobre unos adversarios políticos que son unos granujas!
De ahí que todos las anhelen como anhelaba Euristeo las manzanas
doradas del jardín de las Hespérides. Simboliza el momento decisivo
entre la derrota y la victoria o, exagerando un poco, entre la vida y la
muerte, como la manzana en la cabeza del hijo de Guillermo Tell.
El
resultado de elecciones abre el camino a la metáfora de la manzana del
bien y del mal, con la que ha empezado nuestro peregrinar en esta tierra
y el pecado original del querer saber. Sánchez dice siempre que el
independentismo no es mayoritario en Catalunya. La manzana del árbol del
conocimiento de las elecciones le permitirá hablar con veracidad, con
los resultados sobre la mesa, no las especulaciones.
Les elecciones
convocadas de improviso son la antesala de las municipales y algunas
autonómicas, y están llenas de incertidumbres ya que las decisiones
sobre las generales introducen cambios en los pocos o muchos acuerdos
que haya o vaya a haber en estas últimas por cuanto la política
municipal es siempre un ámbito muy peculiar de cada caso.
Aunque, como
los resultados electorales tienen siempre un elemento de azar, a alguno
puede caerle en la cabeza, como la manzana en la de Newton. Y quizá no
le sirva para formular la ley de la gravedad pero sí la doctrina del
partido más votado que, a diferencia de la ley de la gravedad, varía
según nos interese.
Si
no le cae sobre la cabeza, puede caer sobre la mesa del banquete de
bodas, arrojada de pronto por Eris entre las tres diosas, Hera, Afrodita
y Palas, con lo que se originó la guerra de Troya. Hoy más difícil de
comprender que ayer cuando las tres diosas que se disputan la manzana de
la discordia son Casado, Ribera y Abascal, entre cuyas escasas gracias
deberá decidir el electorado de derechas.
Las
manzanas se usan tácticamente. Las relaciones entre el Estado y
Catalunya se ajustan a las manzanas doradas del mito de Atalanta e
Hipómenes que, hasta ahora, había funcionado. Siendo Atalanta
(Catalunya) más veloz que Hipómenes (el Estado), este ganaba la carrera
porque iba arrojando por el camino manzanas de oro o presupuestos
generales de él mismo (PGE) que Atalanta se paraba a recoger y aprobar a
cambio de unas migajas, con lo que, al final, perdía la carrera. Pero
ya no. Eso se ha acabado: Atalanta no se para a recoger las
manzanas-presupuestos y ahora gana la carrera a la independencia.
Por
ello, la manzana en el aire electoral toma un tono siniestro ante la
posibilidad de que triunfe el trifachito, trifalito o trichulito. La
manzana está envenenada y, al morderla Blancanieves (el PSOE), cae otra
vez en un profundo letargo del que vendrá a sacarla el beso del príncipe
(Podemos), que. no habiendo alcanzado el cielo, se hace un hueco en la
tierra, al amor del partido que pretendía destruir por ser casta.
La
manzana mordida es el símbolo de Apple, que apareció primeramente con
los colores del arco iris, dizque en homenaje a Alan Thurig, que se
suicidó mordiendo una manzana envenenada con cianuro. Quizá tenga que
ver con ello ese momento en que Rivera, al dar un "canutazo" a la prensa
antes del glorioso ridículo nacional del domingo pasado, se hace
fotografiar ante dos banderas arco iris traídas a propósito, en
demostración de respeto a los símbolos.
Para
los independentistas, la manzana lanzada al aire por Sánchez plantea
una cuestión que pasa del campo especulativo al práctico con urgencia.
¿Qué hacemos? ¿Participamos en las elecciones generales del país que
consideramos vecino? Y, si participamos, ¿cómo?
Hay
quien dice que siendo República, carece de sentido participar en
elecciones ajenas. Sin embargo, es indudable que las circunstancias
prácticas de fuerza mayor obligan a participar: las decisiones
adoptadas en el órgano electo (Congreso) son vinculantes en Catalunya,
salvo caso de confrontación directa y entonces hablamos de otra cosa.
Esas decisiones serán más duras si toda la representación que Catalunya
envía a las Cortes está compuesta por partidos anti-independentistas.
Del lado positivo ha de advertirse que, si participamos, seguiremos
teniendo una palanca legal de presión sobre el legislador y, cuanto
mayor sea la representación, más eficaz será la palanca.
Si
se decide acudir a estas elecciones, antesala de las
municipales/autonómicas, ¿cómo se hará? ¿Con lista única o listas
separadas? Y ¿qué listas? ¿Acudirá la Crida? Es de suponer que la CUP,
no. La primera cuestión, si lista única o separadas, es menos importante
de lo que parece, a reserva de si la ley d'Hondt opera marginalmente a
favor o en contra, pues no cabe predecirlo.
La presentación o no de la
Crida es lo problemático. No parece que el aura de "partido del
Presidente" sea aquí relevante y, en cambio, puede generar confusión.
Quizá lo más práctico sea seguir como hasta ahora, con ERC y JxC. La
Crida tiene su campo natural no en unas elecciones estatales, sino
nacionales.
La
sabiduría popular tiene la mejor opinión de las manzanas: "One apple a
day keeps de doctor away". Una elección al día parece excesivo, pero,
cada cierto tiempo, es saludable.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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