Estamos aquí, tozudamente alzados. Como dice la canción de Lluís
Llach, este sábado inusualmente ausente de la manifestación
recuperándose de una gripe, el independentismo ha vuelto a dar muestras
de una salud de hierro.
Unas 200.000 personas, según la Guardia Urbana, y
500.000, según los organizadores, volvieron a salir masivamente a la
calle después de varios meses, al finalizar la primera semana del juicio del 1-O, detrás de una pancarta que decía "la autodeterminación no es delito" y pidiendo la libertad de los presos políticos.
A estos dos lemas oficiales, los manifestantes añadieron
repetidamente el de unidad, en señal crítica a las constantes
diferencias entre partidos y entidades. Quizás también a una
sorprendente frialdad de los partidos a la hora de apostar fuerte por
una manifestación que cargaron sobre sus hombros, en buena medida, las
entidades soberanistas, Òmnium y la Assemblea Nacional Catalana.
La solidez y la enorme capacidad de movilización del independentismo es
aún más importante si se compara, por ejemplo, con los 45.000
manifestantes en la plaza de Colón de Madrid el pasado domingo para
protestar contra el diálogo con Catalunya. "Las fuerzas independentistas
demuestran su fuerza", dice The New York Times, el diario
global del planeta ―el global de verdad, no el que así se proclama en su
cabecera y es cada vez más un diario local― al explicar la movilización
de Barcelona.
Con la manifestación de este sábado se inicia el nuevo ciclo de
movilizaciones del independentismo coincidiendo con el juicio en el
Tribunal Supremo. Este jueves, día 21, está convocada una aturada de país y el 16 de marzo, exactamente dentro de un mes y también en sábado, una manifestación en Madrid.
Las dos jornadas son todo un reto para el independentismo por razones
diferentes. Se dan de sobra las razones para estas dos convocatorias
pero el reto es gigante. En el caso de Madrid, es además una
concentración histórica, ya que es la primera vez que el independentismo
se la plantea. De todas maneras, el independentismo siempre sorprende
cuando se trata de movilizaciones y habrá que estar muy atentos en esta
nueva oportunidad.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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