El coso
hispánico está que arde. En Andalucía se pone a punto la nueva Armada
para la reconquista de España. Los medios no hablan de otra cosa que de
los pactos, acuerdos, desacuerdos, plantes y desplantes del que las
redes ya han bautizado como trifachito.
Las soflamas de Podemos.
El reconcome del PSOE. Interesante
espectáculo, desde luego, que dará para mucha reflexión en el futuro
acerca de las reacciones de la opinión pública o cómo una comunidad
gobernada durante unos cuarenta años ininterumpidos por el Partido
Socialista, de repente gira a la extrema derecha.
Pero
eso será en el futuro. Aquí y ahora lo esencial no está en Andalucía,
sino en Catalunya. Después del consejo de ministros, el presidente
Sánchez parece que viajará al Principado con un maletín lleno de miles
de millones de euros para invertir pues ya se sabe que Catalunya está
llena de catalanes, que tienen siempre presente la pela.
Es el, por
ahora, último acto de este grotesco chantaje que los dos partidos de la
izquierda, hacedores de los presupuestos, aplican a los
independentistas: presupuestos a cambio de gasto social y olvido de los
presos políticos.
El
afán por conseguir el apoyo indepe a las cuentas públicas, que se
disimula afectando que, al fín y al cabo, tampoco son tan importantes y
cabe sobrevivir sin ellas, ha abierto la veda de quién hace más
concesiones a los catalanes. Parece que el Estado hará uso de todas las
lenguas oficiales del reino y hasta se prometen más horas en catalán en
RTVE.
Algo es algo, aunque enseguida se compensa con la propuesta de
nombrar a Enric Hernández director de TVE. Alguien les habrá dicho que,
al fin y al cabo, es un catalán. Pero no es seguro que ese alguien haya
dicho también que es un catalán al estilo de Borrell.
Lo
de los millones, además de insultante, es de risa. Porque se trata de
cumplir con una obligación de nivel de inversión establecida en el
Estatuto de 2006 y que jamás se ha cumplido. Es decir, vienen a comprar
el voto favorable a los presupuestos a cambio del cumplimiento de una
deuda. En verdad, es mucha desfachatez. Como la del salario mínimo o el
gasto social.
Los
presupuestos no pueden aprobarse por razones de principios. El
presidente Torra lo ha expuesto con toda contundencia: crisis de
gobierno si los presupuestos se aprueban. Pero ¿qué quiere decir "crisis
de gobierno"? ¿Que él se va? ¿Que convoca elecciones? Eso no es
relevante. Lo relevante es que el presidente del govern muestre máxima
beligerancia, exija la autodeterminación y se niegue a dar un "cheque en
blanco" a Sánchez.
El
argumento de quienes se inclinan por aprobar los presupuestos es echar
un cable al gobierno del PSOE para frenar el ascenso del frente nacional
español y quizá su acceso al gobierno. Este argumento tiene poco peso
desde el instante en que no hay diferencia entre el PSOE y el frente en
relación a Catalunya. Que un gobierno del PSOE es idéntico a uno del
frente nacional se demuestra con un sencillo razonamiento.
Los
independentistas partidarios de aprobar los presupuestos estarían
encantados si el gobierno hiciera un gesto, aunque fuera simbólico, que
justificara su aprobación. El hecho de que ni eso se les conceda deja
bien a las claras que se aprueban los presupuestos de un gobierno que,
cuando lo juzgue oportuno, empleará el 155. O algo peor.
Los independentistas no pueden dar su aprobación a esos presupuestos.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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