Vox no "ha colado" nada
al PP bajo una apariencia u otra, como nos cuentan en las lavadoras
mediáticas. Era una maniobra bien visible por chapucera. Las proclamas y
autoexculpaciones de la otra pata del acuerdo, Ciudadanos, producen
vergüenza ajena. Formar parte de un gobierno con apoyo de la
ultraderecha y pretender desvincularse de ese hecho no lo tragarían los
niños de primaria. Personas adultas, sí. Y ese es uno de los problemas.
La raíz se encuentra en la inmoralidad de la derecha española, sus
dirigentes en particular, puesta una vez más de manifiesto. No será de
todos sus miembros, por supuesto, pero es uno de sus signos de
identidad. Y lo más grave: va en aumento. Estamos oyendo y viendo cosas
en las negociaciones del gobierno andaluz que espantarían hasta al Roy
Batty de Blade Runner. No dejan de ser los herederos de los señoritos que retrataron magistralmente Delibes y Camus en Los Santos Inocentes,
aunque ahora juegan a un cierto despiste para seguir burlándose de las
víctimas. La falta de escrúpulos que está mostrando está derecha ha
alcanzado cotas insospechadas, incluso para su estirpe.
Según el manual de la manipulación de masas, Vox
presenta un delirante catálogo de propuestas, que luego "modera" la
habilidad de Pablo Casado, mientras Rivera hace mohines. En la práctica,
Andalucía va a tener un gobierno de ultraderecha. Con una política
fiscal que favorece a las rentas altas. Entregando la sanidad y la educación a la iniciativa privada,
conservadora, hasta con segregación de sexos pagada con dinero público.
Toreros y cazadores a proteger porque los ven muy necesitados, mientras
se abandona y combate a las mujeres, los homosexuales y los
emigrantes. El resumen de Ignacio Escolar describe la letra pequeña del acuerdo.
Que nadie se equivoque: las mujeres siguen siendo objetivo de la
barbarie ultraderechista, aunque lo enmascaren someramente. Les sale del
alma. Y los emigrantes pobres tanto o más. El pacto innoble del
gobierno andaluz provocará que no vayan al médico, contempla hasta delaciones,
les sitúa ante la espada y la pared. ¿Qué honestidad y valores se
atreven a invocar los firmantes y apoyos ciudadanos de este acuerdo? A
la inhumanidad del hecho se añade la torpeza que representa extender
las dolencias al conjunto de la población
El sonrojante espectáculo nos trae a los críticos del PP recogiendo velas y felicitando a los ganadores de las sillas de poder andaluzas. A un homosexual casado, Javier Maroto, feliz de ese gobierno que
se apoya en quienes se oponen a lo que él mismo representa. Las mujeres
del PP tragando machismo, salvo Ana Pastor, la presidenta del Congreso.
Ciudadanos presumiendo del logro, mientras quiere hace como que discute
con las posiciones más extremas de su bloque. Sí, sí, el gobierno
andaluz va a ser "centrista y reformista y sin concesiones ni acuerdos
con Vox", como dice uno de sus primo europeos y retuitea Albert Rivera. Y a ver si cuela lanzando fango propio desde la máquina de acusar. Cuánta indecencia estamos viendo.
¿Y las personas que les apoyan? Altas dosis de corrupción, robo sin
eufemismos, daño a los más débiles, crueldad, injusticia, se pasan por
alto en aras de una falsa moralidad y buenas costumbres. Qué elipsis
hacen los católicos de la pederastia y ocultación que impregna esta
institución. Cuánta hipocresía, cuánta complicidad.
La lavadora a toda potencia limpia estos atropellos, mientras tizna con
el desagüe a la competencia. Qué miserable impudicia en los textos,
programas y voces que emiten odio y mentira desde los medios. La
realidad es que esta derecha es, insisto, la peor desde la dictadura,
recogiendo el eficaz trabajo de sus mentores Aznar y Rajoy. Los hechos
lo demuestran, los hechos.
Parón en la economía
Vienen tiempos de recesión económica de nuevo. No paran de avisar. El
capitalismo feroz tiene estas salidas cuando no resuelve sus
disfunciones (en el eufemístico caso de que quieran hacerlo). De
momento, este jueves se anunciaron más de 4.000 despidos en grandes empresas como Vodafone, Caixabank, Alcoa o Ford. A medios de comunicación –no diré información- como La Razón, llegan bajas y recortes. El Mundo va a optimizar no sé qué.
En estos casos el ciudadano desinformado, timorato y proclive al
pensamiento conservador, se agarra a la derecha. A difundir bulos contra
la izquierda, desconociendo al parecer lo que la derecha trifásica, el trifachito
(define Gerardo Tecé), prepara en pensiones, por ejemplo. Un casi irse a
silbar a la vía. O a alentar que Murcia, con sus carencias y
desajustes, elija como prioridad tener la bandera más grande de España. Marcha atrás sin frenos. Al punto equivocado.
El lejano mundo de hace poco
En casa solemos comenzar el año viendo una película que abra
horizontes. Amélie, estrenada en 2001, en esta ocasión. Se podía palpar
la lejanía, en solo 18 años, de un tiempo de fotomatones y cabinas de
teléfono que tejen historias personales. De gnomos viajeros para alentar
a la vida. Los vecinos que pintan eternamente un cuadro que mejore los
trazos de la realidad. Las vecinas que esperan una carta y llega. De
fijarse en el moscón capaz de batir las alas 14.000 veces por minuto. De
sentir gusto al oír cómo revientan las burbujas de un plástico de
embalaje.
De disgustarse al oír la frase "bendito sea
el fruto de tu vientre". Y máxime cuando ya ha desaparecido hasta el
vientre de la frase de la criada subrogada. Y “prestigiosas revistas
francesas” cuentan que la actriz Marion Cotillard se pone bolsas de hielo en la entrepierna para bajar la temperatura de esos genitales de mujer en los que anidan todos los males.
¿No era esto, verdad?
Cualquier tiempo pasado no fue mejor, ni debería serlo, pero éste nos
ha embarcado en una vida frívola, materialista y deshumanizada, en
mermas y desfachatez. La nostalgia solo cabe para lo no vivido en cada
momento presente. Esta infame derecha española se reinventa
recrudeciendo sus lacras, mientras una parte sustancial de la sociedad
no sabe salir del estandarte, el cepillo bendecido para meter la mano y
la conciencia clausurada.
(*) Periodista
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