El punto de ruptura ha alcanzado la
calle. Ha saltado de los intercambios políticos y los procesamientos
judiciales a una convocatoria de huelga general para los próximos 5, 6 y
7 de febrero.
Huelga general en Catalunya, convocada por la
Intersindical-CSC, con reivindicaciones puramente económicas y sociales,
como mandan los cánones. ¿La coincidencia de los días de huelga con el
previsible comienzo de la farsa judicial en Madrid? Pura casualidad sin
sombra de malicia alguna.
Eso,
naturalmente no quiere decir que los independentistas no se hayan
apresurado a darle su apoyo, todos a una, desde JxCat hasta la CUP,
pasando por ANC y Ómnium. No he visto a los CDR, pero esos están siempre
de oficio para las movilizaciones. Es decir, enésima reiteración de la
unidad indepe, por si alguien tenía dudas.
Una
huelga general de tres días en Catalunya, un paro total de una sociedad
totalmente movilizada. Una situación nueva, quizá sin precedentes, en
un contexto interno catalán y español también insólito. Habrá que
prepararse para adaptarse a las novedades.
Está claro que esa República,
cuya implementación se pide tan insistentemente al govern, se
hace mediante estas decisiones, que cuestionan democrática y
pacíficamente el injusto orden constituido. El resultado, imprevisible.
Dicho
está: oficialmente Catalunya para contra una reforma laboral
antipopular del PP que el gobierno de la izquierda no ha tocado y por
otras reivindicaciones económico-sociales no menos importantes.
El apoyo
de los partidos y las asociaciones añade una dimensión política
sobrevenida e indiscutible en una sociedad que vive la cruel anomalía de
tener a sus representantes democráticamente elegidos/as en la prisión o
en el exilio, sus instituciones intervenidas de hecho y su programa
político enjuiciado en un proceso político inquisitorial.
Si
la huelga anunciada es la primera señal de la novena ola, considérese
que es respuesta al trato humillante, represivo, colonial que la
oligarquía castellana está dispensando a Catalunya.
Son
la catalanofobia y la arrogancia de los dos últimos gobiernos españoles
del PP y el PSOE los que han convertido el conflicto entre España y
Catalunya en un abismo infranqueable.
Y ¿saben por qué? Porque, si bien los catalanes reconocen a los españoles el derecho a no ser catalanes, los españoles no reconocen a los catalanes el derecho a no ser españoles.
Y ¿saben por qué? Porque, si bien los catalanes reconocen a los españoles el derecho a no ser catalanes, los españoles no reconocen a los catalanes el derecho a no ser españoles.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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