Pedro
Sánchez ganó las primarias del Partido Socialista hablando el lenguaje
de Podemos. Susana Díaz las perdió con una foto altanera que reunía a
casi todos los notables del partido, con la significativa excepción de
Joaquín Almunia.
Era una votación abierta a todos los militantes y en
casa de los afiliados del PSOE había muchas broncas entre padres e hijos
a propósito de Podemos. Los mayores se reivindicaron ante sus hijos
votando contra los de “arriba”, especialmente en las federaciones con
menor dependencia de los cargos públicos.
El destronado venció con muy pocos medios materiales, bajo
la guía espiritual de Francisco Toscano, veterano alcalde socialista de
Dos Hermanas (Sevilla), el apoyo organizativo del comando Santos y
Salazar (Francisco Salazar, concejal de Dos Hermanas, y Santos Cerdán,
secretario de organización de los socialistas navarros) y la maestría en
el manejo de las redes sociales del alcalde de Jun (Granada), José
Antonio Rodríguez Salas.
Desmintió a casi toda la prensa de Madrid y
alteró las previsiones de buena parte del poder económico español. El
éxito de Sánchez en las primarias socialistas conectó con lo que los
alemanes llaman el “espíritu del tiempo” ( Zeitgeist). En la actual fase
de desesperanza de las sociedades europeas obtiene una prima más o
menos estable todo aquello que molesta visiblemente a los de “arriba”.
Toscano, alcalde de Dos Hermanas desde hace más de treinta
años, amigo personal de Felipe González, personaje con vuelo propio,
gato viejo, consideraba que Susana Díaz y sus aduladores eran un peligro
para la supervivencia del PSOE en una España con tantos jóvenes con
motivos muy fundados para ir a la contra.
La estampa oficialista que Sánchez derrotó en las primarias
socialistas ha sido arrollada por un 42% de abstención en las
elecciones andaluzas de diciembre. El susanismo padecía una severa
aluminosis y se equivocó convocando unas elecciones a destiempo en las
que muchos electores enrabietados con el oficialismo andaluz, inflamados
por la cuestión de Catalunya y muy enfadados con la política en general
(véanse los últimos barómetros del CIS) optaron por darle una patada al
tablero en vez de quedarse en casa. Cosas que pasan en Europa.
La profecía de Toscano se ha cumplido y se cierne ahora
sobre la cabeza de Sánchez. En mayo del 2017, resucitó. En mayo del
2018, cuando Podemos volvía a pisarle los talones, dio jaque a Mariano
Rajoy y se colocó “arriba” con un programa de cambio. En mayo del 2019
puede perder si no consigue llevar a las urnas a la España ahora
desconcertada ante la rompedora metodología trumpista que se está
ensayando en Andalucía.
(*) Periodista y director adjunto de La Vanguardia
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