domingo, 23 de diciembre de 2018

El ARCA hace aguas / Ángel Montiel *

Que Croem ponga el grito en el cielo por la 'traición' de Ciudadanos al retirar el apoyo al ARCA se puede entender. El ARCA es una Ley de Croem que necesitaba del PP para que éste la tramitara, ya que Croem no es un partido político, y en consecuencia carece de diputados en la Asamblea Regional. Esto ha sido evidente desde el principio, entre otras cosas porque la organización empresarial no podía resistirse a exhibir su capacidad de influencia. 

Pero por si había alguna duda de que el PP es la correa de transmisión de la patronal, ahí llega el consejero de Empresa, Medio Ambiente y otros etcéteras, Javier Celdrán, y se confiesa de plano en Twitter: «El impresentable, irrespetuoso e injustificado cambio de opinión de C's respecto a la creación del ARCA Agencia del Medio Ambiente, tras reuniones con @croemurcia, ha sido una traición a su propio programa electoral. Anteponen intereses partidistas y electorales al interés general». 

Por favor, ¿quién asesora a Celdrán, que no es capaz de impedirle que haga dedos en las redes sociales antes de contar de uno a diez? 

Lo que cualquier lector interpreta es que una Ley promovida por el PP no ha de ser negociada por éste con otros partidos susceptibles de apoyarla, sino que tales partidos han de entenderse con Croem. La 'traición' de Ciudadanos no es, por tanto, al PP, sino a Croem, ergo Croem es la autora de la Ley. Pero Croem, que uno sepa, no se presentó a las elecciones.
El ARCA, para que nos entendamos al margen de retóricas, es una Ley que pretende externalizar la convalidación ambiental de los proyectos empresariales. 

Se justifica implícitamente en la necesidad de levantar el tapón administrativo convencional a la vista de que la estructura burocrática de la propia Comunidad es más pesada de lo que exige la dinámica inversora empresarial; o en una supuesta ideologización del aparato funcionarial, que por estar integrado por expertos medioambientalistas son remisos a las iniciativas expansivas de los Gobiernos del PP; o por simple prevención de los funcionarios a que sus firmas de aceptación, inducidas por los proyectos de los políticos, los conduzcan a los juzgados a cuenta de la famosa doctrina del exalcalde capitalino Miguel Ángel Cámara: 

«Yo hice lo que me decían los técnicos», que casualmente él mismo había nombrado a dedo, y que entendían, unos, que serían destituidos si no firmaban lo sugerido, y otros atendían a la política de la 'vista gorda', es decir, se les permitía que hicieran sus propios negocios con la información privilegiada de que les dotaba su posición siempre que después validaran los proyectos políticos. 

(Entienda el lector que aquí hay que poner el rutinario 'supuestamente', no vaya a ser que el experto urbanístico que recibía cien jamones por Navidad decida gastar más en abogados). 

La doctrina era tan perfecta que hoy Cámara está libre de imputaciones mientras 'sus técnicos' todavía andan enredados en procesos judiciales, ayudados todos por los chivatazos de Villarejo a Cospedal acerca de que la Policía se proponía intervenir en la llamada Operación Umbra. 

En definitiva, el tapón que en las Administraciones, por unas causas u otras, retenía determinados proyectos a causa de los informes medioambientales debía descorcharse, y ahí estaba el ingenio del ARCA.

Pero desde el principio el ARCA era lo que parecía: una secuela del Ente Regional del Agua, aquel invento de Ramón Luis Valcárcel que pretendía burlar a la Confederación Hidrográfica del Segura para validar proyectos urbanísticos, a los que se les aseguraba el suministro del agua a través de la desaladora de Escombreras, que no desaló ni una gota, aunque sigue pendiendo la posibilidad de que caiga sobre las arcas de la Comunidad una indemnización a los gestores privados que no terminaría de pagar ni la generación de los biznietos del expresidente. 

Es posible que el ARCA tenga alguna razón de ser si de lo que se tratara exclusivamente fuera de agilizar los trámites administrativos, no de sortearlos. Ahí reside la prevención de Ciudadanos, que es muy entendible: no es lo mismo crear un ente administrativo sujeto a la norma, gestionado por funcionarios profesionales, que privatizar una función pública administrada por personal de confianza de los mismos empresarios a que ha de responder. 

Ya se vio el resultado del Ente del Agua: su propósito de agilización se resolvió en inseguridad jurídica, pues el Tribunal Supremo acabó desactivando todas y cada una de las decisiones de aquel artefacto, montado con procedimientos de una ingeniería altamente sospechosa. 

A la vista de los antecedentes con este tipo de ingenios, es lógico precaverse. El PP ha aprovechado muy bien un cierto caso interno que se produce en Ciudadanos. Tal vez han podido camelarse en un primer momento al portavoz parlamentario, Miguel Sánchez (de quien en su propio partido aseguran que «firma las leyes sin haberlas leído»), o es probable que alguien haya resuelto por el camino de enmedio las tensiones internas que se producen a causa de la tendencia al seguidismo al PP frente a quienes abogan por la oposición frontal que rompa con la imagen de C's como 'una de las tres patas de la derecha'. 

Pero es obvio, a resultas de la espantada de C's, que el ARCA es una ley que sólo venía a satisfacer, en el conjunto social, a Croem. Y ese no puede ser el espíritu de una ley que supuestamente pretende abrir la estructura administrativa para integrar a una mayoría social.

Cuando el propio consejero correspondiente admite que el intermediario de una negociación política es el estamento empresarial está proclamando a los cuatro vientos que intenta legislar de acuerdo a una parte de la sociedad. Dice Celdrán que C's 'ha traicionado' a Croem, implicándose él mismo como parte afectada de esa 'traición'. Sobran las palabras.


Marian Cascales ficha por C's


La expresidenta de la Asociación de la Empresa Familiar, Marian Cascales, ha fichado por Ciudadanos, y ya aparece en actos públicos del partido. Mientras ejerció al frente de Amefmur fue el azote de Croem, pues se desmarcó de la 'línea oficial' y mantuvo iniciativas propias. Es uno de los nombres que se esgrimen soterradamente como posible alternativa del 'aparato' central de partido para la candidatura a la presidencia de la Comunidad autónoma. 

La proliferación de nombres que se postulan para las primarias, en competencia con el actual portavoz, Miguel Sánchez, permite sospechar que se trata de 'liebres' que podrían estar adquiriendo notoriedad para refugiarse posteriormente en una 'opción oficial' inducida por el dirección nacional, algo similar a lo que ocurrió en Andalucía. 

La continuidad de Miguel Sánchez como cabeza del cartel electoral siempre ha estado en cuestión (de ahí que en el portavoz se hayan desarrollado, quizá justificadamente, prevenciones propias de quien sufre manía persecutoria y se entiende mejor con los adversarios que con los propios), pero para relevarlo parecería obvio que habría que dar con una personalidad que lo justificara. 

La capacidad de supervivencia y adaptabilidad de Sánchez es reconocida por muchos, de manera que su esperanza de continuidad estriba en que el 'aparato' no logre localizar a un candidato o candidata que permita de manera gráfica hacer indiscutible el cambio en el cartel. 

La acumulación de espontáneos dispuestos a concurrir a las primarias, un goteo que aún no se ha detenido, puede conducir con más autoridad a que el partido exhiba una opción preferente. Se especula con la posibilidad de que, en último extremo, se reclame a Miguel López Bacherro, a pesar de que éste no manifiesta una gran voluntad, al menos a priori

Pero el diseño de 'una Arrimadas murciana' también permanece latente desde hace algún tiempo, y esta es la razón por la que el fichaje de Marian Cascales ha dado lugar a rumores sobre la posibilidad de que pueda interpretar ese papel. 

Por otro lado, contrasta el intenso tráfico de nombres para las primarias autonómicas con la retracción de aspirantes a la alcaldía de Murcia, a la que hasta ahora solo parece aspirar el abogado Javier Pérez, que sale como un outsider. Mario Gómez podría elevarse por incomparecencia de adversarios a pesar de que también está en la bolsa de relevables.

 Lourdes Méndez, en el bombo

En ámbitos del PP sugieren que el nombre que Vox podría esgrimir con mayor impacto para la candidatura a la presidencia de la Comunidad es el de Lourdes Méndez, exconsejera de Trabajo en uno de los Gobiernos de Valcárcel y después diputada nacional de los populares. Se distinguió en esta última función por romper la disciplina de voto en sesiones referidas a la ley del aborto que debían contradecir su adscripción al Opus. 

En la reciente visita a Murcia del líder nacional de Vox, Santiago Abascal, se significó como simpatizante de este partido, punto de arranque de las especulaciones que la convierten en líder electoral de esa opción. Méndez es, sin duda, una personalidad cuyo potencial y experiencia significarían un valor añadido para Vox, pero parece que el secreto del éxito de ese partido reside en designar candidatos contrarios al perfil de la exdiputada, es decir, que sean escasamente conocidos, pues les basta con el empuje de la marca, que podría verse dañada con la popularidad de los candidatos si éstos pueden dar lugar a controversias.

Discurso exclusivo para Conesa

Diego Conesa no es precisamente una paloma suelta en el PSOE. En la Administración socialista estatal es identificado como 'el amigo de Pedro Sánchez', un título que le abre las puertas de muchos despachos del Gobierno nacional. Pero toda ventaja debe ser administrada con prudencia. 

Hace algunas semanas, el secretario regional socialista y delegado del Gobierno fue convocado a una reunión en Madrid con sus colegas de otras Comunidades, excluyendo a quienes tienen mando en plaza como presidentes de sus respectivas Comunidades. 

Y fueron sometidos a algo así como a una sesión de coaching en la que la tesis principal es que hay que apoyar sin reservas a Pedro Sánchez, evitar al máximo las reivindicaciones incómodas que pongan en contradicción la política del Gobierno y colaborar con éste en todo lo que sea posible, pues para 'dar toques' ya están el valenciano o el castellanomanchego. 

Uno de los convocados resumió perfectamente la reunión con la siguiente frase: «Vaya plan. Me han hecho venir a Madrid para echarme un discurso que en realidad era solo para Diego Conesa». Tesis sutil: los intereses electorales de Sánchez, primero.



(*) Columnista



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