De los muchos discursos que se han oído estas últimas horas con
motivo de los actos convocados al cumplirse un año de la injusta prisión
de Oriol Junqueras y de Quim Forn ―una privación de
libertad extensible a los Jordis (Sànchez y Cuixart) y a los consellers
Rull, Turull, Romeva y Bassa y a la expresidenta del Parlament Carme
Forcadell― ninguno ha sonado con la fuerza del cantautor Lluís Llach,
todo un referente moral del independentismo.
El exdiputado de Junts pel
Sí apeló desde la tribuna instalada frente a la prisión de Lledoners a
la unidad estratégica del independentismo con una fuerza y convicción que no dejó a nadie indiferente.
Sus emotivas palabras finales, "Us ho exigim! Us ho exigim! Us ho exigim!", gritadas
en tono imperativo han traspasado los muros de las prisiones y viajado
hasta las ciudades europeas donde hay miembros del Govern en el exilio.
Es posible que el punto de inflexión en el sórdido desencuentro que
han mantenido desde hace un año largo Carles Puigdemont y Oriol
Junqueras no esté tan lejos. Algunas personas están trabajando muy
seriamente en ello, conscientes de que no va a poder haber avances para
alcanzar la unidad estratégica del independentismo si no se consigue que
supuren las heridas que hay abiertas entre los dos líderes
independentistas.
Hay que pasar página y dar por acabado lo antes
posible el tortuoso año sin un rumbo claro y sin una iniciativa política
capaz de ilusionar a los dos millones largos de votantes que han
asistido escandalizados a los escritos de la fiscalía pidiendo más de
200 años de prisión para los presos políticos catalanes y la cúpula de
Interior. Y esa solo puede llegar de la mano de la unidad de acción, la
que permitió celebrar el referéndum del 1 de octubre.
En un libro que saldrá a la venta en breve, que versa sobre Oriol Junqueras titulado Fins que siguem lliures (Ara Llibres) y que ha escrito Sergi Sol, se relata cuán importante ha sido el entendimiento entre Puigdemont y Junqueras
en los momentos en que se debían adoptar decisiones trascendentes en el
Govern. No es Sergi Sol un observador neutral ―como destacan Raül
Romeva en el prólogo y Xavier Vendrell en el epílogo― y su proximidad a
Junqueras le ha permitido tener acceso a numerosa información e influir
en muchas decisiones.
Por ello, es más importante el papel de liderazgo
que Sol le otorga a Puigdemont, el reconocimiento a que sin su presencia
al frente del Govern, en este período tan decisivo, muchas cosas no se
habrían podido hacer y que no escatime elogios, por ejemplo, de los
consellers Forn, Turull y Rull, los tres pertenecientes a una formación
política que no es la suya.
Salir del foso donde solo hay división, dejar atrás la depresión,
hacer frente a los juicios donde el independentismo podrá presentar su
causa pacífica frente al relato inventado del Estado, acordar los puntos
que han de servir de palanca para los nuevos tiempos y hacer de una vez
política de acuerdo con la mayoría que hay en el Parlament ya no es un
solo un objetivo. Es una urgente necesidad.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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