Todas
las zonas de España tienen un manojo de agravios. “El gobierno de
Madrid no se entera” es una queja generalizada. Los que más gritan son
los separatistas catalanes. Ya saben ustedes, se está robando a Cataluña
y se la asfixia culturalmente. Luego está lo de las gravosas
autopistas, las tardanzas ferroviarias con esa comunidad etc.
Cuando
viajas por España, sin embargo, y yo lo hago, te das cuenta que hay
otras autopistas de peaje, no solo las catalanas y que, ¿será una
casualidad?, Cataluña es la única comunidad autónomas en la que el AVE
llega a sus cuatro capitales. Curiosa casualidad y curiosa forma de
asfixiarlos económica o culturalmente cuando la ministra Celaá puede que
dé allí otro mazazo al castellano.
Ocurre, sin embargo, que otras muchas zonas del país están de verdad
asfixiadas logísticamente. Los extremeños protestan de nuevo con razón,
lo de su tren es penoso. El Presidente gallego ha perdido la cuenta del
número de ministros, algunos de su partido, que le han asegurado que el
AVE era cuestión de meses; he ido a Granada, la de la Alhambra y otras
joyas turísticas, por carretera, claro, porque hace unos 1.100 días que
no hay tren.
La tardanza en llegar en ferrocarril a mi provincia de
Almería es casi la del tardo franquismo, te obliga a ir en avión aunque
ames a la Renfe, y ahora me ha tocado Murcia, una capital, aunque mucha
gente lo ignore, séptima ciudad de España y una comunidad uniprovincial
con más población que todo Aragón. Primera exportadora de fruta de
nuestro país.
Mi tren a Murcia ha empleado cuatro horas y veintiséis minutos.
Increíble. Eso en fechas en que los murcianos se percatan de que el AVE
se retrasará de nuevo y no solamente unos meses. Bastante más. (Hace
cinco noviembres un hotelero murciano, soñador él, me decía que podía
inaugurarse después de aquella Navidad).
Me cuentan que las autoridades
murcianas, incluido su animoso Presidente, se enteraron del atraso por
unas declaraciones a la prensa del delegado del Gobierno. Debe ser el
toque elegante de la era del doctor Sánchez. Como Presidente del
gobierno proclama que será bueno que el Mundial de Fútbol sea organizado
por España y Portugal sin haber consultado a los dirigentes lusos. Su
subordinado en Murcia informa sobre la postergación temporal del AVE sin
hablar con los mandos de esa Comunidad.
Lo del tren de Murcia, no estoy hablando del pueblo de Villapelusa
del condado, es de llorar; la Comunidad, me estoy repitiendo, cuenta con
un millón quinientos mil habitantes. El reiterado retraso, con
evidentes consecuencias para su exportación y turismo, tiene
repercusiones asimismo en las instalaciones.
La estación, con parches
constantes mientras no llega el tren rápido, tiene un aspecto patético.
Peor que cuando yo estudiaba allí hace más de medio siglo. Salas de
espera improvisadas en los andenes, entrada por recovecos, gente de
Renfe amable y eficaz pero en instalaciones lamentables, obritas aquí y
allá…Todo desvencijado, propio para un rodaje de una película cuya
acción transcurra hace un siglo.
Uno espera ver bajar de un anticuado
coche cama a Kira Knightley o a Amparo Rivelles y a un huertano con
guardapolvos que se quita la gorra y le dice: “señora condesa, la calesa
(o la tartana) está al final de este sendero, cuidado por donde pisa
porque ha llovido y está lleno de charcos”.
Hace 105 años cuando el
ministro Bugallal, antes de firmar la orden de creación de la
Universidad, argumentó en desagravio que “Murcia es la cenicienta de las
provincias españolas”.
Entrado el siglo XXI, la región ha subido
espectacularmente, en algunos aspectos, como la actividad
agroalimentaria, tiene rango de princesa. En el tren, con todo, es una
de las cenicientas.
(*) Diplomático almeriense
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