La puesta de largo de la Crida Nacional per la República que impulsan
los presidentes Carles Puigdemont y Quim Torra y tiene en Jordi
Sànchez, presidente del grupo parlamentario de Junts per Catalunya y en
prisión provisional en Lledoners, una de sus piezas angulares se ajustó
perfectamente al guión previsto: vocación unitaria, ideológicamente
transversal, defensora de la desobediencia pacífica y promesa de
disolución cuando la República de Catalunya sea una realidad.
Su formato
de movimiento y no de partido político, que además permite doble
militancia política, le permite agrupar gente de diferentes
sensibilidades. Eso sí, muy vigilada por las dos formaciones con las que
choca estratégica y electoralmente en el terreno independentista, que
son Esquerra Republicana y la CUP. Ambas lo ven como la enésima
refundación de la exitosa Convergència de los años 80 y, en
consecuencia, como un adversario electoral en el futuro.
De hecho, la ponencia política que ha elaborado fundamentalmente
Jordi Sánchez, con aportaciones de los presos de Junts per Catalunya
—especialmente de Josep Rull, pero también de Jordi Turull y Joquim
Forn—, pretende desarbolar la estrategia de la Esquerra de Oriol
Junqueras de concurrir bajo sus siglas y por separado a las elecciones
municipales del próximo mes de mayo, también en la ciudad de Barcelona.
También quiere recuperar el espíritu de lo que fue en el Parlament la
coalición electoral Junts pel Sí en las elecciones de 2015 ante la
fractura actual en la Cámara catalana entre Junts per Catalunya y ERC.
La puesta en escena de La Crida, que colgó el cartel de completo en
el pabellón Nou Congost de Manresa, va a ser a partir de ahora la
plataforma política del president Puigdemont. Eso es indiscutible. En
una semana, Puigdemont ha perfilado y ha lanzado a la opinión pública
los dos organismos que le van a servir de palanca en su acción política
desde Bruselas. El Consell de la República para la política
internacional y la institucional.
Un organismo, ese sí, con presencia de
Esquerra, que servirá para internacionalizar el conflicto catalán,
fundamentalmente en Europa, y en el que jugará un papel importante el
conseller Comín (ERC). También tendrá un papel institucional, ya que sus
propuestas políticas acabarán en el Govern y habrá una comunicación
fluida entre Consell de la República y Govern.
La Crida será, en cambio, el instrumento de política interior. El
partido (por ahora, movimiento) de Puigdemont después de sus
desavenencias con el PDeCAT, con cuyos dirigentes no ha conseguido
establecer en ningún momento una complicidad absoluta. Primero, con
Marta Pascal, que acabó dimitiendo, y, más recientemente, con David
Bonvehí. Ninguno de los dos estuvo este sábado en Manresa.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
No hay comentarios:
Publicar un comentario