No deja de tener chiste: quienes más
delincuentes indultaron en su tiempo, a cientos, casi todos condenados
por corruptos, ahora se oponen a indultar a otros posibles delincuentes.
Por si no estuviera claro qué delincuentes les gustan o les convienen y
qué otros no les gustan ni les convienen. Nada de indultos a sediciosos
y rebeldes y una lástima que no se pueda imponerles la Perpetua.
La
propuesta es puramente simbólica, a modo de aviso. La ley no es algo
que, a diferencia del PSOE, detenga al PP cuando tiene la mayoría
necesaria para derogarla. Si impone este criterio no es por su eficacia
sino por el valor ejemplificador que tiene. La derecha tolera y hasta
justifica la corrupción; la rebelión, no; nunca. Primero, la autoridad;
luego, la honradez.
Coincide esta petición con unas declaraciones del campo socialista en pro del indulto. La delegada del gobierno en Catalunya, Teresa Cunillera, es partidaria de esta gracia a los políticos presos siempre que lo soliciten.
Se refiere a los presos políticos. Vaya barullo que tiene la señora en
la cabeza. No es frecuente dar indultos a quienes no lo solicitan. Pero
esto es lo de menos. Lo más espantoso, sostiene la derecha, es que ya se
esté pensando en indultar a unos delincuentes condenados en firme por
sedición y rebelión. Ello demuestra la complicidad subterránea entre los
separatistas y el gobierno entreguista y antipatriótico de Pedro
Sánchez.
Aterrorizado
el gobierno ante la sospecha de tamaña villanía ha corregido las
declaraciones de la fogosa delegada. Las ministras Montero y Batet han
dicho lo evidente: que no cabe hablar de indulto si aun no hay sentencia
y que se respeta el poder judicial. Hasta Cunillera se ha corregido a
sí misma, negándose a los futuribles.
Para
los independentistas estas consideraciones son gratuitas. Partimos de
que los presos/as políticos/as han de ser liberadas sin juicio y el
procedimento anulado. No ha lugar a indulto porque no puede haber lugar
a condena. Diga lo que diga el gobierno sobre el Poder Judicial, es
obvio que este proceso es una farsa en el sentido de que se trata de una
causa contra el independentismo disfrazada de proceso penal. Disfrazada
porque, además de las innumerables irregularidades de forma y fondo se
basa en acusar a unas personas de un delito que no han cometido puesto
que no se da el requisito esencial de la violencia.
No
cabe aceptar más solución que la anulación del procedimiento y la
liberación de los presos políticos. Cualquier otro solo puede darse
apoyado en la intensificación de la represión sobre Catalunya. Y esta
encontrará respuesta cada vez más masiva y decidida. Hasta que a la
desobediencia se sumen las instituciones y haya un conflicto de
competencias más agudo si la ciudadanía insiste, por ejemplo, en que se
debe liberar a los presos políticos.
En
cualquier caso, de llegarse a la celebración del juicio y las condenas,
tampoco ha lugar a la petición de indulto. Para que haya indulto, el
condenado debe arrepentirse de su delito y los/as condenados/as
catales/as no han cometido delito alguno. El delito pueden estar
cometiéndolo quienes los/as han encarcelado.
Está claro. Será la República la que las libere.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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