Con
el Presidente del Gobierno viajando entre Canadá y Estados Unidos, con
parada obligada en Nueva York para intervenir en la tradicional sesión
de la ONU, su gabinete ha entrado en su tercera semana crítica. Después
de una primera semana mala que coincidió con los cien primeros días de
Gobierno y tras unos acontecimientos que han provocado toda una serie de
acontecimientos desde la dimisión de la ministra de Sanidad Carmen
Montón, investigada por los Tribunales, un Máster de la Universidad Rey
Juan Carlos y acusada además de plagio, hasta la polémica sobre plagio
de la tesis doctoral del propio Presidente del Gobierno, fueron dos
semanas negras de las que el Presidente intentó salir y tomar la
iniciativa política con un acto conmemorativo de los cien días en
presencia de escogidas presencias en el que presentó un plan para
terminar con los aforamientos.
No habían pasado siquiera una semana cuando este lunes entrábamos en
otra semana crítica tras la decisión adoptada por la Mesa del
Parlamento no admitiendo a trámite la enmienda socialista a Ley de
Violencia de Género, una enmienda que tenía como objeto evitar el veto
a los Presupuestos Generales del Estado. La Presidenta del Congreso,
amenazada de reprobación por el grupo socialista, ha comparecido en
rueda de prensa desde el Congreso para dar cuenta de la inadmisión de la
enmienda que ha justificado por criterios del Tribunal Constitucional.
El Constitucional ha venido sosteniendo, según Pastor, que las
enmiendas tienen que estar conectadas con la ley que se está
tramitando”. La enmienda no puede servir de mecanismo para dar vida a
una realidad nueva, que debe nacer, también, de una nueva iniciativa”.
Como socialistas, Podemos y nacionalistas, tienen mayoría en la
Comisión de Justicia e introdujeron la enmienda de veto del Senado en
una ley que tenía que contar con la Ley de Estabilidad, que no podría
ser vetada por el Senado, con lo que los Presupuestos tendrían vía
libre.
En resumen, la Mesa del Congreso de los Diputados se ha vuelto en
contra de los planes del presidente del Gobierno Pedro Sánchez de
aprobar los Presupuestos Generales del Estado a través de una enmienda
en la Ley de violencia doméstica y del Consejo General del Poder
Judicial (proyecto de Ley de Reforma de la Ley del Poder Judicial),
con el objetivo, a través de una cierta argucia legal, evitar que el
Senado, con mayoría del Partido Popular, pueda vetar la ley de
Estabilidad y, por ende los Presupuestos. Si los Presupuestos no se
aprueban, el Presidente del Gobierno no tendrá más remedio que prorrogar
los de Rajoy, algo que no quiere, o convocar elecciones, y no podrá
aguantar hasta 2020 para las Generales.
Esa mayoría de la Comisión de Justicia no existe sin embargo en la
Mesa del Congreso que, con mayoría de Ciudadanos y Partido Popular, y el
voto decisivo de la presidenta Ana Pastor, superaba en un voto al
bloque gubernamental, que al final ha sido derrotado, a pesar de que
desde el partido del Gobierno se había advertido previamente que el
comportamiento de la Presidenta podría llevar a su reprobación. Ana
Pastor, a pesar de ser propuesta por el PP, ha contado hasta ahora, con
el apoyo y simpatía de toda la Cámara y todos los partidos.
La votación de esta mañana, con el Presidente del Gobierno en el
extranjero en un viaje que emprendió el domingo por Canadá y Estados
Unidos, con especial cita en Nueva York para intervenir con un discurso
en la ONU, ha planteado un grave conflicto institucional que no se sabe
cómo se puede resolver pero que ha contribuido a subir la temperatura
política, precisamente cuando al Gobierno le ha surgido otro problema.
Las relaciones de la ministra de Justicia Dolores Delgado, con el
comisario de policía jubilado José Manuel Villarejo, el máximo
responsable de las llamadas “cloacas de Interior”.
La aparición de unas grabaciones de un video en el que aparecen la ministra Delgado, el juez Garzón, el policía Enrique García Castaño, y
otros conocidos y amigos de Villarejo, ha complicado su situación dentro
del Consejo de Ministros ya que, hasta ahora, había estado defendiendo
que no conocía a Villarejo, aunque luego ha ido matizando.
Solo ella
conoce el alcance de sus relaciones con un policía corrupto que está
utilizando las cloacas del Estado para un negocio particular de millones
de euros, basándose en información policial secreta para chantajear a
empresarios, políticos y hasta al propio Rey Emérito…Por su cuenta la ministra debe explicarse en esta tercera semana de crisis.
(*) Periodista y economista
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