El referéndum del 1 de octubre no solo está vigente
sino que es el punto de salida, no de llegada, de la presente
legislatura. Con poco más de 100 días al frente de la Generalitat, el president Quim Torra
trazó este martes en el TNC algo muy diferente a una hoja de ruta pero
esencial para intuir por dónde transitará un curso político que ha
arrancado con su conferencia, que tiene varias etapas significativas
durante este otoño y que concluirá con el juicio y las sentencias a los
miembros del Govern, del Parlament y también a los líderes de la ANC y
Òmnium por parte del Tribunal Supremo.
Torra puso encima de la mesa todos los fantasmas que hoy en día más
preocupan a la política española y que se resumen en uno: el 155 no les
ha servido para acabar con el independentismo. Tan solo unos meses
después de forzar hacia el exilio a una parte del Govern, empezando por
su president, y encarcelar a otros tantos consellers, los conceptos
"independencia", "república", "rechazo a la monarquía"... continúan
conformando el discurso de un president de la Generalitat, con unas
formas quizás más suaves pero con la misma beligerancia hacia el Estado español que su predecesor.
En este aspecto, la conferencia del TNC también fue un acto de
reafirmación del camino andado hasta la fecha y que se plasmó claramente
en momentos como “llibertat o llibertat”, “no aceptaré las sentencias” y
“no tengamos miedo de ser libres” y en la disposición al diálogo y la
negociación con Madrid con un único obstáculo: no aceptará menos de un
referéndum acordado.
Y sus palabras finales, que acaban siendo su compromiso público al
que habrá que acudir en el futuro: “Tengo el deber de hacer realidad el
1-O”.
Esa fue a grandes trazos la intervención de Torra. Pero como siempre
sucede, estos discursos se hacen grandes o pequeños con el paso de las
horas. Es probable que la reacción exagerada de la clase política
española y los medios de comunicación con ediciones de papel hagan más
radical un mensaje que debería leerse con calma para hacerse una idea
exacta. Pero eso es pedir casi un imposible.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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