Ya son dos las rectificaciones importantes que acaba de hacer el presidente Pedro Sánchez, durante su gira americana, sobre dos debates
importantes del momento político español. La primera rectificación fue
sobre la negativa a defender al Juez Llarena de la demanda de Puigdemont
de su ministra de Justicia Dolores Delgado, a la que Sanchez
desautorizó declarando que la defensa de Llarena es ‘una cuestión de
Estado’.
Pero ahora Sánchez ha vuelto a sorprender a propósito de la
exhumación de los restos del dictador Franco del Valle de los Caídos al
afirmar, en contra de lo que dijo el pasado año, que ese Valle debe ser
un cementerio civil y no un lugar para la reconciliación de los bandos
de la Guerra Civil, unas palabras de Sánchez que han provocado
desconcierto en el PSOE y el resto de los partidos de la Oposición.
Rectificar es de sabios pero en política no puede convertirse en
habitual porque eso ofrece una imagen de improvisación y falta de
criterio de los gobernantes que, bien por improvisar o por error, se ven
obligados a un cambio radical de posición como le ha ocurrido a Sánchez
con Llarena, la inmigración del Aquarius y el Valle de los Caídos.
Aunque en este último caso hay que reconocer que dicho Valle,
construido por el franquismo utilizando a presos republicanos como
esclavos y con la colaboración de la Iglesia Católica que convirtió la
Guerra Civil en ‘Cruzada’, ha sido durante más de 40 años el mausoleo
del dictador y está plagado de símbolos franquistas, y es por ello por
lo que ahora Sánchez no ve en dicha Basílica y su entorno -presidido por
una gran cruz- el lugar propicio para la escenificación de la
reconciliación nacional y puede que en ello tenga razón.
Ahora bien convertir la Basílica, que es propiedad de la Iglesia
Católica, en un cementerio civil es complicado e improbable de manera
que Sánchez vuelve a enredarse en otro laberinto del que difícilmente
podrá salir sin una nueva rectificación como pronto se verá.
Aunque de momento vamos a ver qué ocurre con la exhumación de Franco y
el traslado de sus restos aún no se sabe a dónde ni cuándo, entre otras
cosas porque falta la convalidación del Real Decreto Ley en el Congreso
de los Diputados y de aquí a dicho momento y visto lo visto todavía
muchas cosas pueden pasar.
(*) Periodista
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