Si como parece, las decisiones más importantes que se están tomando
en Génova, para que los compromisarios del Congreso del Partido Popular
inclinen la balanza a favor de la exvicepresidenta del Gobierno Soraya
Sáenz de Santamaría, la están tomando el vicesecretario de organización
Fernando Martínez Maíllo y, sobre todo, el resucitado Javier Arenas,
vicesecretario de política territorial, el que durante años ha querido
que Rajoy prescindiera María Dolores de Cospedal, el final del Congreso
del día 20 puede terminar de forma muy parecida a como terminó la salida
de Pedro Sánchez de la secretaria general del PSOE en Octubre de 2016.
Y no precisamente por la vicetodo, que está haciendo lo posible y lo
imposible por dirigir un futuro Gobierno del PP (el partido no le
interesa nada), sino por Javier Arenas y su capacidad de intriga que ha
apostado su supervivencia al triunfo de la exvicepresidenta del Gobierno
frente a Pablo Casado, pase lo que pase. Arenas fue el que, en su
momento, puso toda su capacidad de intriga al triunfo de Mariano Rajoy
en el Congreso de Valencia de hace diez años.
Ahora ha sido el que más
influido para que Juanma Moreno, el barón andaluz, haya puesto la
mayoría de las provincias andaluzas al servicio de la vicepresidenta de
Rajoy. Por algo Arenas fue Presidente del PP de Andalucía durante seis
años e incluso candidato a la Presidencia de Andalucía, meta política
que nunca logró, siendo desplazado siempre por el PSOE.
Hace unos días, en plena intriga de Arenas en Andalucía, el diario ABC
de Sevilla publicaba una reveladora y brillante crónica que firmaba
Alberto García Reyes (Arenas Paradise) en la que sostenía la tesis de
que si la “regeneración del PP” pasaba por Javier Arenas… “cataplum”
porque “sus postales con Soraya estos últimos días han sido como un
simposio de pintura contemporánea en el que nos muestran el “Ecce Homo”
de Borja.
La clave está en que el patriarca de la gaviota andaluza ha
demostrado en estas nuevas averías de Génova, su fascinante capacidad
para denigrarse. Porque está entrampado en el peor agujero de la
vanidad: no saber irse.
El poder sólo entiende de poder. Y dentro de esa paranoia endogámica
hay especialistas en áreas muy concretas. Javier Arenas es, sin duda
alguna, el mejor perito de la oposición que hay en este país. Nunca un
perdedor con tan amplio historial de derrotas logró mantenerse en el
bienestar de la política sin responsabilidades durante tanto tiempo.
Toda su generación se ha marchado por distintas puertas: unos a Soto del
Real, otros a Sotogrande, otros a Santa Pola. Pero Arenas no tiene a
dónde ir y sigue ahí muriendo por sus siglas. Mejor dicho: matando…
Dicen que el artículo de Alberto García Reyes que ha corrido como
pólvora por las provincias andaluzas, estaba inspirado, según el debate
que se produjo en Twitter, por el que fue ministro del Interior Juan
Ignacio Zoido, el que entró en el Gobierno por presiones de Cospedal
para compensar el poder de la vicepresidenta, dentro del Consejo de
Ministros, aunque la verdad no hacía falta ningún tipo de inspiración
externa para construir el relato que tiene muchos puntos en común con el
“Ecce Homo” de Borja.
Apoyado en Martínez Maíllo, Arenas parece haberse hecho con el
control de la situación y es el más opuesto a ese debate
Casado-Santamaría porque sería romper el discurso de la vicetodo que no
sabe qué partido quiere (lo único que parece tener claro, es la venta de
la sede de Génova) y que, según repite una y otra vez, ella lo que
quiere es la Presidencia del Gobierno para lo que dice es la que está
mejor preparada.
Su argumento es que a quien más perjudica ese debate es
al partido. “Si pensara en mí, diría ‘debate, ya’. He debatido con
Alfredo Pérez Rubalcaba, con María Teresa Fernández de la Vega, con
Albert Rivera, con Pablo Iglesias, pero la confrontación entre
compañeros del PP sólo ayuda al PSOE”.
Cuando falta poco más de una semana para un Congreso decisivo, el
resultado sigue siendo incierto y es verdad que solo un debate entre los
dos candidatos puede despejar muchas dudas e incógnitas sobre, tras la
aparición de Ciudadanos, la regeneración del partido. Hoy habría que
reflexionar sobre esa frase de Pío Cabanillas de “todos al suelo que
vienen los nuestros” para substituirla por otra que también suscribiría
Pío,” todos al suelo que Arenas ha resucitado”.
(*) Periodista y economista
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