«Nunca
pensé que fuese a ganar ella. La que entregó a nuestros enemigos el
control de los medios de comunicación que llevan años machacándonos. La
que castigó a las clases medias, nuestros votantes naturales, con una
fiscalidad insoportable. La responsable de que las cosas hayan llegado
en Cataluña hasta donde han llegado. La candidata que gusta a la
izquierda. Me dicen hace unos meses que la militancia se iba a decantar
por ella y no me lo creo. Yo no me reconozco en este partido. No es mi
PP».
Mi interlocutor es un veterano de incontables batallas
electorales, hoy apartado a un segundo plano, que ocupó cargos
institucionales muy importantes en distintos gobiernos populares y ha
combatido desde la oposición en varias legislaturas. Un hombre de honor y
de principios, inquebrantablemente leal a las siglas que ha defendido
toda su vida, incluso cuando discrepaba de una determinada actuación. Un
analista fino y certero. Un político vocacional puro. De hecho, el
ejemplar más representativo que jamás he conocido yo de esta rara
especie democrática hoy en vías de extinción.
Charlamos el
viernes, una vez escrutadas las urnas de las primarias a dos vueltas
cuyo desenlace final conoceremos el 21 de julio. Su sorpresa ante la
victoria de Soraya Sáenz de Santamaría no es fingida. Su abatimiento,
tampoco.
«¿Cómo es posible que la principal culpable de nuestro
declive haya sido elegida para liderar el partido? ¡Si lo primero que
hizo desde la vicepresidencia fue proporcionar oxígeno a varios grupos
mediáticos quebrados, cuya principal actividad desde entonces ha sido
atacar sin piedad al PP…! Nuestra política de comunicación ha consistido
en ayudar a nuestros enemigos y colocar a tertulianos dóciles a sus
consignas.»
—Tú mismo te contestas –apunto–. Han descalificado al
PP, pero no a ella. Lo que señalas es algo que sabemos tú y yo, pero no
la mayoría de la militancia. Para eso han sido implacablemente
silenciadas en las televisiones prácticamente todas las voces críticas
de la derecha.
«Y después nos hemos dedicado a subir los impuestos
de la clase media, cargando el coste de la crisis sobre sus espaldas;
las de quienes sostienen al país y han respaldado históricamente al
partido. Dicho más claramente, hemos traicionado a los nuestros. Claro
que lo peor es lo de Cataluña. Sus gestos de apaciguamiento, no haber
visto venir el referéndum, haberse dejado engañar por los separatistas…»
—Por
no mencionar al PNV y su viraje de un día para otro en la moción de
censura, después de cobrar el correspondiente chantaje a cambio de
apoyar los presupuestos –hurgo con el dedo en la llaga–. Aquél era su
negociado ¿no?
«Lo era. Ella fue la designada por Rajoy para
tratar con los nacionalistas, a fin de reconducir la situación catalana,
y fíjate cómo ha acabado la historia. Esta termina de romper España, te
lo digo yo. Se aviene a pactar una reforma constitucional con el PSOE y
se acabó la soberanía nacional. Entre Pedro Sánchez y ella se cargan la
unidad nacional. Con todo el daño que ya ha hecho, aún puede hacer
mucho más. Un daño irreparable. ¿Cómo es posible?»
—¿Porque entre unos y otros se lo habéis permitido?
«Y
Mariano en Santa Pola, desentendido del asunto. ¡Es de no creer! El
pacto entre Casado y Cospedal ya está hecho. Se cerró el jueves de
madrugada, sin dificultad. Pero ahora hay que ver qué hacen los
compromisarios, porque el sufragio es secreto y la mayoría de los que
votarán se juegan no solo el futuro, sino el pan. Apoyarán a quien
perciban que puede ganar.»
(*) Articulista de opinión
https://www.abc.es/opinion/abci-no-reconozco-este-partido-201807091843_noticia_amp.html
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