No ha terminado Sánchez de desempacar en
La Moncloa y ya lo tienen cercado y sometido a fuego graneado. En un
ensayo del tipo de oposición bronca, montaraz, de jabalí que empezará el
PP ahora mismo, el macarra Hernando deslegitima el resultado de la
moción de censura y trae a colación la idea del golpe de Estado
que, al parecer, han dado los aliados de Sánchez.
Considerándose
despojados inmoralmente de lo que es suyo, lo que les pertenece por
derecho divino, esto es, el poder, se disponen a torpedear sus propios presupuestos en el Senado,
un depósito de carcamales de extrema derecha dispuestos a hacer lo que
se les ordene. Cualquier cosa por obstaculizar e impedir el gobierno del
PSOE.
Por
supuesto, el sonsonete, que ya empieza a oírse, es la exigencia de
nuevas elecciones. Nunca falla, cuando la derecha las pierde en la forma
que sea tarda horas en pedirlas nuevas. En este caso, minutos. Según
leo, ya las piden también los héroes de la vida social y mediática, como
Nadal y Belén Esteban.
Es
claro, no van a darle tiempo ni de sentarse en su despacho. La
trasmisión de poderes será un espectáculo de atrocidades de la banda
gurteliana y habrá todo tipo de juego sucio, ocultación, destrucción,
boicoteos, etc. En su propio partido, la baronía anda agitada e
inquieta y las viejas glorias vigilan de cerca cualesquiera aficiones
negociadoras de Sánchez con la hidra del independentismo.
Sigue siendo
una de las cabezas del triunvirato del 155 y la que más embestía,
pidiendo prolongar el artículo de marras y reformar de paso el Código
Penal para convertir en delito de rebelión el mero independentismo. Es
algo primitivo, pero muy eficaz por estos pagos: no se puede ser
independentista igual que antaño no se podía ser masón o arriano.
Sánchez
se mueve con sigilo, escarmentado de épocas pasadas y rumia en secreto
su gobierno. Según parece hay una perspectiva de echar mano a figuras
relevantes aunque no militantes del PSOE, una idea de gobierno de
notables con lo que se quiere dar a entender que esto va en serio, no
depende de las vicisitudes del partido y se es consciente de la gravedad
de la situación.
C's
y Podemos, cada uno por razones distintas, han quedado desdibujados en
la peripecia de la moción. Rivera ha dado un paso en falso y su
inutilidad ha quedado en evidencia. Podemos, viéndose obligado a
encumbrar a quien había venido a "sorpassar", hace de necesidad virtud y
habla de los sacrificios en pro del objetivo esencial de librar al país
de Rajoy. Pero hay desencanto en la negativa de Sánchez a la
coalición, motivo por el cual, los morados se resignan a estar en la
oposición al gobierno al que habían apoyado.
Los vascos, decisivos en la moción, ya están preparando una batería de reformas (incluida una constitucional) que encamine a Euskadi por una vía de independencia confederal.
Vista la incapacidad de Sánchez para entender el conflicto
España/Catalunya tengo poca duda de que menos entenderá el España/País
Vasco
Por supuesto, los catalanes proveen el sonido de fondo de los tambores lejanos. El govern
de Torra es de un independentismo incuestionable. El gesto de la
fachada del Palau de la Generalitat deja bien claro su espíritu
republicano beligerante. Ni los cien minutos mencionados. Sánchez se ha
encontrado la pancarta sobre la libertad de los presos políticos
mientras negaba que estos existieran.
Alguien podría decir que cabría
esperar un trato más suave pero otro le contestaría que no es suavidad
lo que el PSOE parece llevar a Catalunya sino, al revés, más represión e
involución. El episodio de la moción de censura de Badalona, con una
alianza del PSC con el PP y C's así lo prueba.
Y
junto a la beligerancia republicana, un espíritu de negociación y
diálogo ofrecido a España. Torra dice estar esperando cuáles son las
propuestas de Sánchez para Catalunya. No parece, sin embargo, muy claro
que el secretario general del PSOE y hoy presidente del gobierno esté
dispuesto a plantear propuestas al Le Pen catalán.
Mucha
gente, incluso próxima al gobierno, pide que se acerquen los presos
políticos a su tierra. Muestran buena intención pero pésimo cálculo. No
es el acercamiento lo que ha de pedirse sino la liberación completa.
Carece de sentido seguir con una farsa judicial que se puso en marcha
con un objetivo político una vez que este ha fracasado clamorosamente
pues el independentismo catalán es hoy más fuerte y tiene mejores
perspectivas que nunca.
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED
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