Vamos a ver qué hacen los primeros dirigentes nacionalistas vascos
del PNV el lehendakari Íñigo Urkullu y el presidente del partido Andoni
Ortuzar, ante el nuevo desafío al Estado lanzado por el reciente
presidente de la Generalitat de Cataluña Quim Torra.
Porque el PNV cometió el error de entrometerse en la política
nacional y la catalana exigiendo la retirada del artículo 155 de
Cataluña, como condición para apoyar los Presupuestos de 2018 de Rajoy, y
calificando de ‘presos políticos’ a los golpistas que están a la espera
de juicio en la prisión, para evitar fugas como las de Rovira y
Puigdemont.
Porque
una cosa es pedir más dinero para el cupo vasco, transferencias de
competencias del Estado y otra bien distinta es que, ahora que ETA
parece disolverse, el PNV y el Gobierno vasco se echen al monte tras la
senda que ha abierto Puigdemont y camino de la autodeterminación que
Urkullu desea introducir en una reforma del Estatuto de Guernica.
Ósea el PNV se acerca a la hora de la verdad y tendrá que optar entre
subir al monte o la legalidad. Porque todo apunta a que Rajoy, con el
visto bueno de Sánchez y Rivera, no piensa retirar el 155 visto el
envite que le acaba de lanzar Torra al nombrar consejeros de su gobierno
a dos presos preventivos, Rull y Turull, y a dos prófugos de la
Justicia, Comin y Puig.
Lo que constituye una prueba definitiva de que Torra, siguiendo
órdenes de Puigdemont, no pretende gobernar desde la legalidad ni
dialogar con Estado sino volverlo a desafiar. Y todo para provocar
nuevas elecciones catalanas en las que Puigdemont pretende aislar a
Junqueras y ERC, manteniendo así movilizados a sus seguidores del
secesionismo catalán.
Por todo ello y si la salida del laberinto pasa por las nuevas
elecciones en Cataluña es Rajoy quien las debería convocar, y en esta
ocasión sin prisas, y destituyendo previamente a Torra por la vía de 155
y cuando antes mejor.
No en vano la estrategia de Puigdemont consiste en mantener activo y
bajo tensión mediática el circo político catalán para que el ruido
llegue a Berlín donde a la espera está de la decisión final de la
Justicia de Alemania sobre su posible extradición a España.
Sabiendo como además lo saben el prófugo Puigdemont y su delegado en
Barcelona, Torra, que mientras esté vigente el 155 en Cataluña el PNV,
salvo un cambio de posición, no le aprobará a Rajoy los Presupuestos
Generales de 2018 y en ese caso las elecciones generales españolas se
tendrán que adelantar.
Salvo que el PSOE, con generosidad, se abstenga durante la votación
de los Presupuestos aunque sólo sea para frenar el chantaje del PNV y
facilitar la mejora de las pensiones. Argumento este último que Urkullu
también podría utilizar para alejarse de Puigdemont y frenar las marchas
de los jubilados de Bilbao. Y para evitar que muchas empresas del País
Vasco, si ven a Urkullu echarse al monte, empiecen a emigrar en bloque
como ya ha ocurrido en el territorio catalán.
(*) Periodista
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