No es ninguna casualidad que, coincidiendo con los datos del mes de
marzo que recogen que TV3 es líder por octavo mes consecutivo —con una
cuota de pantalla cercana al 15% y una diferencia de más de cinco puntos
con respecto a la cadena situada en segundo lugar—, de nuevo dos
diarios de la prensa capitalina, El País y ABC,
publiquen en portada y en páginas interiores ataques idénticos contra la
televisión autonómica y le acusen de sesgada y manipuladora. Ni tampoco
que se pase por alto que en el tercer mes de año TV3 consiga el récord
histórico de valoración cualitativa, según el GFK, con una puntuación
del 8,5, algo que ninguna cadena generalista había conseguido antes.
Que los supuestos trabajos periodísticos carezcan de rigor es
irrelevante y en todo caso afean el sesgo ideológico del medio que lo
publica, como es absolutamente lícita la crítica a un medio de
comunicación, sea público o privado, aunque quien la formule tenga mucho
que callar, ya que su audiencia no ha hecho más que descender en los
últimos tiempos. Lo que es más discutible es que los dos medios
participen de una operación que solo pretende el cierre de la cadena
pública de televisión porque es la preferida de los catalanes y sus
informativos son líderes en todas sus ediciones, con más del 25% de
audiencia media.
Desde hace mucho tiempo, TV3 es el campo de batalla mediático que
trata de ganar la derecha española de una manera clara. Cuando se
planteó la aplicación del artículo 155, el control de TV3 y CatRadio
estuvo encima de muchas mesas del palacio de La Moncloa, pero la
oposición del PSOE y el vértigo a una reacción desconocida de los
profesionales catalanes tuvieron un efecto disuasorio. El Gobierno ya se
ha lamentado varias veces en público de aquella decisión y tiene encima
de la mesa proyectos de control de la programación si hay una
repetición de las elecciones catalanas.
En el fondo, tanto para el PP como para Ciudadanos, en menor medida
para el PSC, el tema de los medios públicos y el de la lengua van muy
unidos y creen que sin actuar en ambos no se podrá revertir la situación
actual. También TV3 y CatRadio son necesarios para que arraigue el
nuevo relato de manipulación mediática respecto a la violencia en
Catalunya y la existencia de una larvada kale borroka en las calles
catalanas. El nuevo mantra necesita de altavoces catalanes que lo
divulguen ya que, hasta la fecha, la violencia ha venido de la extrema
derecha, como en el reciente incendio del Ateneu de Sarrià y las
pintadas con simbología nazi y fascista.
(*) Periodista y ex director de La Vanguardia
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