Decir que, a estas alturas, Cristina Cifuentes no sería presidenta de la Comunidad de Madrid en un país mínimamente serio por los trapicheos con su máster fantasma en la Universidad Rey Juan Carlos es decir poco. 

Después de la vergonzosa comparecencia de Cifuentes en la Asamblea regional y de que tanto PSOE como Podemos le pidieran su dimisión inmediata al no haber podido rebatir las acusaciones que se le formulaban, la noticia ya no es por qué no dimite sino las razones de Ciudadanos mirando hacia otro lado y apuntalándola en el cargo. 

El partido naranja, siempre presto a dar todo tipo de lecciones a todo el mundo, recogió a la presidenta en medio del descrédito evidente, la mantuvo erguida en el cuadrilátero mientras se hacían interminables las críticas de la oposición y se limitó a pedir una comisión de investigación. Una actitud sonrojante a la vista de cómo se desarrolló la sesión parlamentaria y que deja en evidencia al partido de Albert Rivera, que gesticula cuando sus votos no son necesarios y se escabulle cuando la responsabilidad depende de su acción política.

Cifuentes está atrapada. Lo sabe ella y se empieza a dar cuenta su formación política, el Partido Popular. Catorce días después de que El Diario.es destapara el escándalo de la presidenta madrileña, esta no ha podido aportar ni un solo documento en su defensa, ni tampoco el trabajo del máster fantasma que supuestamente habría realizado mientras era delegada del gobierno en la comunidad. 

Y que fue entregado a la universidad el día que se celebraban en Madrid los actos de homenaje a la selección española, que había ganado la Eurocopa de fútbol en 2012. Su brillante carrera política podría tocar próximamente a su fin, por más que se le trate de proteger desde la sede del partido en la calle Génova y desde la Moncloa.

Curiosa situación la que atraviesa el PP: cuando más débil está el liderazgo de Mariano Rajoy ante la opinión pública y las encuestas de opinión le vaticinan los peores resultados en los próximos procesos electorales, los aspirantes al relevo van cayendo uno a uno a medida que su nombre va cobrando protagonismo. 

Cayó María Dolores de Cospedal, por su gestión del caso Bárcenas; cayó Soraya Saénz de Santamaría por su gestión del conflicto catalán, donde no ha dado una a derechas. Cae ahora Cifuentes, en el momento en que se sentía más fuerte y con aspiraciones a dar el salto a la política española. No es extraño que en el PP nadie aspire públicamente al relevo y los movimientos se hagan entre bambalinas. Ya lo dice el refrán: De mis amigos me libre Dios, que de mis enemigos me libro yo.

P.D. (solo para malpensados y conspiradores): La Policía Nacional ha detenido para su extradición a Suiza a Hervé Falciani, el experto en sistema informáticos a quien se le atribuye la difusión de la conocida como lista Falciani con nombres y clientes del banco suizo HSBC. 

Detenido en 2012 en Barcelona, siempre se ha dicho que tras un acuerdo previo con las autoridades norteamericanas, su paso por la prisión fue de unos pocos meses y en mayo de 2013 quedó en libertad hasta ahora. 

La nueva y sorprendente detención se ha producido en un momento en que España ha pedido la extradición de la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, petición que parecía muy difícil que las autoridades suizas respondieran afirmativamente. ¿Intenta España un canje?


(*) Periodista y ex director de La Vanguardia