domingo, 29 de abril de 2018

Manuel Valls, el intruso / Pablo Sebastián *

Que se cuide Albert Rivera del entusiasmo españolista y catalanista del ex primer ministro de Francia Manuel Valls no vaya a ser que un día de estos el gabacho se quiera postular a la presidencia del gobierno español subido en una plataforma de partidos constitucionales, similar a la que Valls pone ahora como condición para ser el candidato a la alcaldía de Barcelona, como se lo han propuesto desde C's.

Como iniciativa llamativa, original y europeísta la candidatura de Valls en Barcelona nos pareció algo extraño pero innovador. Ahora bien, si Manuel Valls empieza a mostrar su personal ambición y a actuar como un nuevo flautista de Hamelin para que le sigan todos los votantes españolistas de Barcelona eso no parece apropiado ni razonable.

Por dos motivos: porque con esa plataforma de partidos constitucionales lo que intenta Valls es garantizarse el triunfo sin correr el riesgo de pasar de ser primer ministro de Francia a quedarse como un concejal español; y porque si alguien debe unir a las fuerzas constitucionales españolas para un desafío electoral al soberanismo catalán ese candidato (que sería Inés Arrimadas) debe ser español de pura cepa y no un destacado político galo por más que haya nacido en España.

Nos dirán que Valls siendo español de origen llegó a primer ministro francés y que Anne Hidalgo la alcaldesa de París también es de origen español. Pero  en ambos casos Valls e Hidalgo vivían en Francia desde hace mucho tiempo, tenían la nacionalidad de ese país y habían forjado su carrera política en el lado norte de los Pirineos. Mientras que Valls acaba de aterrizar en Barcelona como un paracaidista llegado del cielo y ya quiere ser el alcalde de la ciudad condal.

Y puede que lo consiga de la mano de C's e incluso, si llegara a serlo, que posiblemente tendría éxito en su gestión municipal porque está claro que Valls tiene talento. Pero como le dijo una vez Eugenio D’Ors a un joven camarero que no lograba abrir una botella de champaña: ‘Los experimentos con gaseosa’.

Además, habría que ver qué opina de todo esto el presidente de Francia Emmanuel Macron (que conoce muy bien a Valls) porque se trata de la presencia de un ex primer ministro francés en la tensa y compleja batalla del soberanismo catalán en España. Como convendría saber hasta qué punto esa aventura no acabaría dañando las relaciones entre Madrid y París.

Allá Albert Rivera con iniciativas que pueden quedarse en ocurrencias que no conducen a ninguna parte. Pero nos parece que su apuesta por Valls (a quien le iría mejor la política europea en el Parlamento o la Comisión de la UE) no es una buena idea y la prueba la tiene en que Valls empieza a volar por su cuenta en Barcelona y quiere una plataforma de partidos para que él la pueda controlar.

Lo que podría acabar en una esperpéntica campaña electoral en Barcelona donde un prófugo o un preso podría ser el candidato soberanista, Colau sería la candidata española y Valls el candidato francés.



(*) Periodista


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