jueves, 22 de marzo de 2018

A las cinco de la tarde / Ramón Cotarelo *

Sigue la tragicomedia española. La tragedia en esa hora lorquiana de convocatoria ("¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!") para investir president a Turull. La comedia, en el toque costumbrista del Five o'clock tea, hábito de gente de mundo que actúa con soltura en sus instituciones.

Los trágicos ya aprestan los cuchillos. Amenaza el trueno monclovita con mantener el 155 si es investido Turull, cuyo futuro procesal es cuando menos sombrío. La brigada judicial preanuncia su decisión citando el viernes a las partes en el proceso que lleva, en concreto a Turull, Romeva, Forcadell, Rull y Bassa y con ánimo protervo, pues también pretende revisar su situación en cuanto a la libertad. 
 
Son amenazas dictadas por el despecho ante la convocatoria relámpago del pleno para hoy a las cinco de la tarde. "¡Eran las cinco en sombra de la tarde!". El juez se encuentra ahora con que en lugar de tomar medidas con un candidato, incluida la cárcel, ha de hacerlo con un presidente de la Generalitat. A él le dará igual; al mundo, no. 

La parte costumbrista mantiene el interés. La CUP tomará una decisión sobre las tres en el après midi du faune. Supongo que la abstención en primera vuelta se mantendrá en la segunda y el candidato saldrá elegido por mayoría simple. Aunque habrá que ver qué sucede con los votos de los exiliados y encarcelados.

En cualquier caso  el Tribunal Supremo ya ha anunciado su propósito de procesar por los famosos delitos construidos y, por tanto, la suerte inmediata de los procesados, Turull incluido, está ya echada. Parece oportuno fortalecerlo en lugar de debilitarlo. Si los tribunales quieren (y pueden) seguir su juicio político, que lo hagan contra figuras de la máxima legitimidad.

Que encarcelen a un presidente de la Generalitat investido por mayoría absoluta.

Efectivamente, es la revolución catalana.
 
 
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España quedó atrás (Barcelona: Ara Llibres, 2018) saldrá a librerías el lunes 26. Se presentará en el Teatro Goya de Barcelona el propio lunes a las 19:30. Las reservas de entradas figuran en la invitación, hasta completar aforo que, por cierto, en el momento de redactar estas líneas y, según comunica la Fundación Romea, está ya casi completo. 

Aun no se sabe si el 26 habrá o no pleno de investidura. De haberlo, habremos de introducir alguna variante en el acto, pero lo mantendremos. Los catalanes hacen (hacemos) cosas, según dictamen del genio monclovita, y hasta podemos hacer varias al mismo tiempo: investir un president independentista y reflexionar sobre el futuro inmediato de la Catalunya republicana. 

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A tiro de piedra de la capital política del Estado, mañana Palinuro dialogará con Vicenç Lozano, gran profesional, sobre los asuntos candentes de ahora mismo. Lo de capital política del Estado hace justicia a que Catalunya es el único lugar del Estado en el que se hace Politica, con mayúsculas, como gustan decir los que la hacen con minúsculas o, incluso, no la hacen, substituyéndola por el puro latrocinio.


Menudas dos preguntas. Cada una de ellas tiene mucha miga. Al plantearlas en conjunto y consecutivamente, la miga se convierte dinamita, metafóricamente hablando. Cabe debatir si España es o no un Estado fallido. También cabe debatir si la República catalana es o no una utopía. Pero cuando también se pregunta si es o no la solución, la cuestión cambia, pues abre otra pregunta previa: la solución ¿a qué? 
 
Al fallido español es imposible porque ella misma, como República, es la causa de que España sea un Estado fallido. Si se postula como solución a Catalunya será a base de negar la utopía haciéndola realidad. Y aquí hay un buen tema porque, para llegar a ser realidad, la República catalana empezó siendo una utopía. Una utopía que se ha hecho realidad.

El acto, a las 20:00 en el Casal de Cultura Robert Brillas, c/ Àngel Guimerà, 38.- 

Ens veurem i xerrarem i potser celebrarem que ja tenim presidente efectiu.
 
 
 
(*) Catedrático emérito de Ciencia Política en la UNED

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