"Los Gobiernos de PP nos equivocamos con
el Mar Menor. Pedimos disculpas. Ahora vamos a afrontar unas
actuaciones de choque para salvarlo, caiga quien caiga».
Si la política
fuera lo que debiera ser, una exposición similar a ésta podría haber
sido pronunciada por el presidente de la Comunidad o sus distintos
portavoces del partido o del Gobierno. Pero la política es, sigue siendo
y será, un permanente ejercicio de simulación, y nadie se atreve a
romper los esquemas tradicionales porque se confía más en el efecto de
la mentira que en la eclosión de la verdad.
Voy
a decir algo provocador: el Gobierno de López Miras carece de
responsabilidad alguna sobre la situación del Mar Menor. Su equipo, no
solo el de la primera fila, sino el extendido, lo compone una segunda
generación de dirigentes populares, durante muchos años taponados por la
pervivencia de los Valcárcel, Cámara, Barreiro, Bascuñana, Sánchez
Carrillo y los etcéteras.
Si lo que se nos vende es renovación dentro el
PP ¿cómo es que los renovadores arrastran las políticas anteriores como
si fueran propias? Y, encima, esas políticas anteriores son tan
aplastantes en su fracaso que no dejan percibir la existencia de otras
que las sustituyan, pues los actuales gestores no tienen otra opción que
ir tapando los agujeros heredados. ¿Cómo es que no rompen esa inercia, y
se ponen en vanguardia, atajando así a la vez el ancho campo que ceden a
la oposición?
Valcárcel no está aquí para defender su penosa gestión
electoralista sobre el Mar Menor, consistente en laissez faire, laissez
passer, con las consecuencias que conocemos. Pues bien ¿cómo es que
quienes debieran haber venido a sustituir esos mecanismos fallutos se
empeñan en prolongar la justificación de lo inexplicable? Y encima, sin
que la ´vieja guardia´ tenga el detalle de darles las gracias, sino al
contrario, capones. Llama la tención que los jabatos defiendan la
gestión de sus antecesores enseñoreados durante veinte años en el poder,
con argumentos que ni siquiera pueden manejar con solvencia porque
carecen de la suficiente convicción para mantenerlos. Entonces ¿por qué
los mantienen?
Se podrá decir que sugiero una actitud
cínica: López Miras no tiene que ver en los desastres de la gestión
anterior, pero sí el PP, y López Miras es del PP. Vale. Pero el
presidente, si meditara un poco, podría valorar lo que resulta más
efectivo para él: asumir en su integridad la política anterior, que ha
llevado al colapso al Mar Menor, o empezar por reconocer ese colapso y
adoptar medidas valientes para recuperarlo.
Una de las primeras cosas
que hizo el actual presidente, tras tomar posesión de su cargo, fue
subir a una barca con aires de nuevo mesías y constatar con sus ojos,
según previamente había establecido, que en el lago Tiberíades las
aguas, contra lo que reflejaban los informes técnicos y la vista de los
turistas y lugareños, eran transparentes y cristalinas. Pero, vamos a
ver: ¿qué es lo que lleva a los políticos del Gobierno a no admitir la
existencia de los problemas?
La
política del Gobierno regional sobre el Mar Menor recuerda a la de
Zapatero, en su día, sobre la crisis económica: lo del Mar Menor no es
tan dramático, sino circunstancial; la crisis no es crisis, sino
desaceleración, y así. En ambos casos se trata de no reconocer lo que
está a la vista. La autoridad moral del que gobierna se quiere imponer,
como argumento indiscutible, sobre las evidencias, y los eufemismos
alivian la realidad de las cosas que debieran ser mencionadas por sus
nombres.
¿Puede darse una
nueva política, también en el PP? Sí, la que consiste en afrontar la
realidad. Y la realidad es que una gran parte de los problemas de la
Región, véase el Mar Menor, los ha creado el PP. Por ahí debiera empezar
el nuevo PP, si existiera.
(*) Columnista
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