Este domingo se cumplen Cien Días de la intervención de la Autonomía
de Cataluña, por la aplicación del artículo 155 de la Constitución, tras
la declaración unilateral de Independencia (DUI) por el Parlamento
catalán, y no parece que el principal responsable de esa Declaración, el
expresidente Carles Puigdemont, tenga el mínimo interés en que
desaparezca esa intervención del Gobierno central.
Es más, parece estar
encantado con el bloqueo político en el que se encuentra Cataluña tras
su negativa a pronunciar un discurso de investidura presencial por temor
a ser detenido según la orden que tiene emitido el juez del Supremo,
Pablo Llarena.
Su actitud después de reconocer en unos mensajes de móvil que daba
todo por perdido, que había sido traicionado, que tiraba la toalla y se
dedicaba a defenderse ante los Tribunales porque había ganado el
Gobierno central, ha sido enrocarse e iniciar una guerra individual,
dispuesto a llevarse lo poco que queda por delante, tras ese Referéndum
ilegal y esa Declaración, que no ha servido de nada y que ha sido
ignorada por todas las cancillerías internacionales.
Su actitud, según
fuentes cercanas a él, es de venganza contra quienes le han traicionado,
especialmente contra Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), que
insiste en que dé un paso atrás y proponga el nombre de un candidato que
no esté investigado por el juez Llarena, por graves delitos de
rebelión, sedición y malversación de fondos públicos.
Por lo pronto, ya ha conseguido que todos estén enfrentados con
todos. Los de JuntsXCatalunya, la plataforma impuesta por él para
participar en las elecciones, contra los del PDeCat, que han quedado
descolgados y en el aire sin saber si quien manda en el partido es Marta
Pascal o Elsa Artadí; los de JuntsXCat contra Esquerra Republicana de
Cataluña (ERC); los de Esquerra contra el PDeCat y contra el entorno de
Puigdemont; los de la ANC (Asamblea Nacional de Cataluña) cuyo presidente, Jordi Sánchez, va de numero dos con el expresidente fugado,
contra los de Ómnium Cultural, que le piden a Puigdemont un sacrificio y
generosidad, para encontrar una solución que permita volver a la
normalidad. Se ha roto incluso la unidad entre la ANC, que ha sido
tomada por los mas anti-sistema y, Ómnium Cultural que quiere la vuelta a
la normalidad cuanto antes.
Por eso, enrocado en el legitimismo, todos los intentos de llegar a
un acuerdo razonable para terminar con la intervención de la Autonomía
han fracasado. El último, el propuesto por Oriol Junqueras desde la
cárcel de Estremera, para el que se contaba con el apoyo de un sector
del PDeCat. En este sentido, sectores de Esquerra Republicana de
Cataluña (ERC), y del PDeCat (el partido de Convergencia con el que
Puigdemont, prácticamente rompió, al formar una lista bautizada como
Junts X Catalunya con la que ganó a Esquerra en las elecciones del
pasado 21 de Diciembre) pretendían poner en marcha una doble
investidura en el Parlament catalán ante la actual situación de bloqueo
en la que se encuentra la política catalana.
Según este plan antes de la investidura de un nuevo candidato
propuesto por Puigdemont, el Parlament aprobaría una proposición de
resolución, sin efectos jurídico, ya que, probablemente seria invalidada
por el Constitucional, como Presidente legitimo de Cataluña que no
puede ejercer por las medidas represivas del Estado y otro Presidente,
no contaminado por procesos judiciales que ejercería el cargo
plenamente, es decir, un Presidente decorativo, sin poderes en Bruselas,
alojado en Waterloo en un palacete que sería su domicilio y también
sede de una República en el exilio, y otro, efectivo en Barcelona.
Ese plan fue pronto desbaratado por un Puigdemont avergonzado por la
publicación de unos mensajes de móvil en los que se demostraba su doble
juego, y su doble lenguaje, con un nuevo video dirigido a la ANC en el
que insistía en que no desfalleciera “por mas dificultades que haya, por
más represión, por más injusticia y por más gente en la cárcel”,
rechazando las peticiones de Esquerra, de muchos militantes del PDeCat,
de Ómnium Cultural, y de otros sectores independentistas, parar un
desbloqueo de la situación, evitando así unas nuevas elecciones que es
lo que, por lo menos su círculo mas próximo, ha empezado a defender.
(*) Periodista y economista
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