Puede que el ascenso de Ciudadanos hacia la cima del poder que
revelan las encuestas esté resultando excesivamente rápido y sin tener
asegurados los apoyos de esta eufórica escalada en la que Albert Rivera
se acerca al tramo final y decisivo. A una imaginaria ‘pared de hielo’
donde no caben resbalones porque se corre el riesgo de una fatal caída
de la que no sería fácil levantarse para reanudar, como Sísifo, el
ascenso hacia el poder.
Decimos esto porque vemos a Rivera un tanto confuso a propósito de
los Presupuestos de 2018 del Gobierno de Rajoy, invitando al PSOE a que
se sume a ese festejo para que C’s no se quede solo en el papel de
Cirineo de Rajoy, y no digamos si, finalmente, Rivera renuncia a pedir
la dimisión de la senadora del PP Pilar Barreiro, imputada en la trama
Púnica.
Pero donde la confusión y ambigüedad de C’s se hace más palpable es a
propósito de las pensiones y de su revalorización al ritmo del IPC. Es
cierto que este es un debate delicado y complicado de presente y de
futuro y que habría que encontrar fórmula estable, sostenible en el
tiempo, pero al día de hoy lo que se escuchan son ocurrencias de Montoro
y de otros aprendices de brujo (lo de suprimir los contratos temporales
es hundir a las pymes).
Y vemos a C’s más cerca del Gobierno que de los pensionistas, y ese
puede ser un grave error de Rivera en ‘la pared de hielo’ porque lo de
la subida del 0,25 % cuando el IPC está en el 1,7 % es una infamia
mayúscula en el país de la corrupción, la amnistía fiscal, la salvación
de los bancos y autopistas, el Castor y la subida del cupo vasco entre
otras cosas.
Y no sólo eso, los jubilados están en pie de guerra y en las calles a
pesar de la inclemencia del tiempo y con el apoyo masivo de la gran
mayoría de los ciudadanos del país. De manera que no hablamos sólo de
los 8 millones de votantes jubilados, sino de muchos más y de jóvenes
ahí incluidos porque sus abuelos son fundamentales en su vida familiar.
Y
durante la crisis de las finanzas y la economía que se inició en 2008,
los abuelos con sus ahorros, sus casas y sus pensiones han salvado a
muchas familias en España.
Y todavía no hemos escuchado a Albert Rivera hacer un discurso humano
y político sobre la urgente necesidad de arreglar ya la dignidad de
todas las pensiones porque estamos ante una cuestión fundamental. La que
para el PP se reduce al discurso de ‘eso es populismo’, cuando de lo
que estamos hablando es de dignidad. Cuidado, pues, Albert Rivera porque
la pared del tramo social y de las pensiones está muy resbaladiza y una
caída desde esa altura puede ser fatal.
(*) Periodista
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