¿Final
de partida? ¿Jaque mate? Puede, pero está por ver. ¿O no es esto más
bien el comienzo de otro año perdido con enconamiento
irreconciliable? También es posible. El fallo del Tribunal Supremo
que deniega la puesta en libertad de Oriol Junqueras es todo un aviso
que no ha pasado desapercibido en Europa y EEUU: en realidad, las
26 páginas son una descripción perfecta del golpe de Estado, aunque
la expresión no figura como tal.
Ese
aviso indirecto tiene que ver con el ex president Puigdemont y los
otros cuatro ex consellers huidos a Bruselas. La narración es tan
meridianamente clara que ya saben lo que les pasará si vuelven. Igual
que para los tres que permanecen en prisión. Pero el papelón de
Puigdemont es que él prometió regresar a Cataluña si ganaba las
elecciones. Y nada de nada.
Se lo recuerdan este fin de semana medios de fuste como Le Monde y
The Economist. El diario francés escribe: ‘Había declarado después de
las elecciones que estaba listo a asumir el riesgo de volver a Cataluña
para liderar a los independentistas’. Y la revista de la City:
‘Puigdemont dijo que volvería a Cataluña si ganaba (aunque eso casi con
toda certeza le llevaría a ser detenido).’
En lugar de eso, ahí está, fugado y lanzando tuits estilo Trump pero
sin decir qué va a hacer para reclamar lo que dice que es suyo. Mientras
se lo piensa, las circunstancias han cambiado: con el pleno del
Parlament convocado para el día 17, la ausencia de ocho escaños
reventaría la mayoría independentista. La situación es un poco kafkiana,
la verdad, y lo hace notar Raphael Minder en el título de su crónica
en The New York Times: ‘Separatistas de Cataluña: ¿en el exilio, en la
cárcel, en el poder?’.
Para Minder, la tesitura para Puigdemont es de tal calibre tras su
victoria en las urnas pero reclamado la Justicia que ‘puede convertirse
en un obstáculo para la formación del nuevo Govern’. Añade una frase
algo extraña que por un lado puede interpretarse como alabanza de la
independencia judicial o lo contrario: ‘Los jueces españoles no muestran
señales de suavizar su postura sobre los separatistas catalanes, aun
cuando eso podría ayudar a desatascar el bloqueo político’-
Otros medios internacionales destacan que el fallo del TS reconoce el
derecho a ser independentista, pero no a violar la ley ni a cometer
delitos: ‘El recurrente y los demás partícipes, en ejecución de su plan y
acudiendo a vías de hecho, se han alzado contra el Estado español,
contra la Constitución, contra el Estatuto de Autonomía de esa Comunidad
y contra el resto del ordenamiento jurídico.’
Le Monde es el más directo en este sentido: ‘El tribunal niega que
sea un proceso político y señala que el hecho de ser independentista ‘es
legítimo, puesto que la Constitución admite la defensa de toda opción
política’, pero debe hacerse ‘sin cometer delito’, argumentan los
magistrados’.
Para Junqueras las cosas no pintan tampoco nada bien. Si pensaba
salir de prisión sin acatar expresamente la legislación vigente y dando
señales de seguir en la vía unilateral, estaba muy equivocado. Y su
sueño de ser president en ausencia de Puigdemont, algo que de todas
formas estaba por ver, parece haberse esfumado en un instante. Aunque no
es imposible, según señala Michael Stothard en su crónica en Financial
Times.
Es el que más espacio dedica a Junqueras, que ahora tiene ‘más
difícil convertirse en el nuevo líder de la región’. El fallo del
Supremo complica el futuro de Puigdemont, el de Junqueras y ‘los
esfuerzos de los partidos independentistas para formar Gobierno’. Sí, es
un galimatías, un embrollo que podría terminar en nuevas elecciones,
añade Stothard.
En este punto, el NYT alude al éxito de Ciudadanos: no sólo por ser
el primer partido de Cataluña sino por la debilidad del PP, que ha
dejado a Rajoy ‘con menos libertad para maniobrar’. El propio ‘Gobierno
minoritario de Rajoy depende de su apoyo en Madrid’, escribe Minder.
Coincide con The Economist: el triunfo del partido de Arrimadas fue ‘un
golpe simbólico’ a la causa independentista, mientras el PP fue
‘aplastado’ el 21-D.
Así, los próximos pasos y este año que comienza ‘no va a ser mucho
más fácil’ que el anterior, añade la revista, que tiene unas cuantas
frases para pensar, para apretarse los machos y para esperar sensatez.
Dice The Economist: 1. “El empresariado catalán está desesperado porque
los separatistas renuncien a su vía unilateral a la independencia’; 2.
‘Hay una palpable fatiga en el movimiento independentista’; 3. ‘La
probabilidad es que en 2018 el caso catalán experimente una mutación de
agudo a crónico’. Es que aunque Rajoy quisiera ceder en algo, que no,
Ciudadanos no le dejaría.
(*) Periodista
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