Echar la vista atrás, aunque sea sólo un par de
meses, recopilar los titulares de lo ocurrido en ese tiempo, es un
ejercicio que produce resultados sobrecogedores. Porque en esta España
en crisis casi cada día se producen noticias terribles, que habrían de
condicionar muchas cosas y que sin embargo se olvidan enseguida.
El
férreo control de los medios de comunicación masivos por parte del
poder, el político y el económico, explica en parte ese lamentable
fenómeno. Pero el estado desastroso en que se encuentra la vida política
de nuestro país es el otro gran motivo de que aquí no pase nada por muy
mal que estén las cosas.
Se acaba de saber que el
precio de la electricidad subió un 12 % en lo que va de año y que en los
últimos pocos años aumentó un 50 %. El ministro de turno dio unas
explicaciones balbuceantes al respecto, algún experto explicó como un
hecho tan extraordinario se puede producir sin violar las normas
existentes para el sector y a otra cosa.
Nadie, ni en la política ni en
los medios, consiguió denunciar con mínima eficacia la gravedad social
del hecho, la intolerable posición de abuso de poder de que gozan las
compañías eléctricas y como las injustificables dejaciones de este
gobierno permiten que la situación se agrave año tras año.
Ese mismo día se anunciaba que la Audiencia Nacional se negaba a
facilitar al Congreso los datos sobre procesos de corrupción del PP que
éste había solicitado para que avanzara el trabajo de la comisión creada
al respecto. En una sola noticia se confirmaban así dos hechos
particularmente inquietantes: uno, que ese tribunal empieza a poder a
hacer lo que le venga en gana, sin que ninguna institución, y menos el
Consejo General del Poder Judicial o el gobierno digan algo.
Y, dos, que
las comisiones parlamentarias no valen para nada, salvo para que el
partido o lo partidos que han conseguido que se creen puedan alardear
durante unos pocos días de su éxito fugaz e inane.
Como complemento adecuado de los desmanes que ocurren en
la Audiencia Nacional llegaba otra noticia, prácticamente coincidiendo
con las anteriores: la de que se habían cambiado los magistrados que
habrían de proseguir el proceso sobre la caja B del PP, sustituyendo a
los que habían inculpado al partido por jueces a todas luces más
favorables a tratar bien a Rajoy y a los suyos.
Y aún más: que, gracias a
componendas internas, seguramente orquestadas desde más arriba, tanto
Concepción Espejel como Enrique López, recusados hace dos años para
llevar el caso Gurtel, por arte de birlibirloque tendrán en sus manos
las decisiones cruciales sobre el mismo cuando concluyan los procesos en
curso. Hechos como ese refuerzan la falta absoluta de credibilidad que
la justicia tiene entre los ciudadanos, sean cuales sean sus
inclinaciones políticas. Y no es poco paradójico que nadie crea en la
justicia en un país en el que la política está judicializada como en
ninguno.
Más noticias importantes que en los últimos
días han pasado sin pena ni gloria. Una, la Comisión Europea informa que
España es el país con mayor índice de desigualdad económica entre todos
los de la UE, lo cual quiere decir que aquí tenemos las mayores
diferencias entre los que más ingresan y los que menos.
Dos, el gobierne
interviene las cuentas del Ayuntamiento de Madrid y amenaza con hacer
lo mismo en otros gobernados por Unidos Podemos y/o sus confluencias.
Montoro debe de haber recibido órdenes de hacer todo lo posible para que
Manuela Carmena no vuelva a ganar.
Y las elecciones municipales pueden
llegar antes de que se sustancien los recursos por ella presentados. Y
nadie clama contra el gravísimo atentado a la democracia que supone la
actuación del gobierno en la materia.
Tres, distintas
instituciones confirman que el crecimiento del PIB se ha frenado y que
tiende a retroceder. Los corifeos del gobierno dicen y repiten hasta la
saciedad que eso es culpa de la que han armado los independentistas
catalanes. Y a nadie en los grandes medios le dejan añadir de forma
mínimamente articulada que la estulticia de Mariano Rajoy es un motivo
tan poderoso, o más, de la crisis catalana que el radicalismo de
Puigdemont y los suyos.
Cuatro. El gobierno dice que
no quiere entrar en el proceso de estudio parlamentario de una posible
reforma constitucional que había prometido al líder del PSOE a cambio de
su apoyo a la aplicación del artículo 155. Y Pedro Sánchez se limita a
protestar, mientras algunos sugieren que el compromiso con Rajoy al
respecto no era tan firme como lo dijo.
Dejémoslo
aquí. Habrá ocasión de hacer nuevos resúmenes de hechos desastrosos.
Porque todo indica que las cosas van a seguir igual de mal. O peor, en
el caso de que la situación económica empeore. Lo cual hoy por hoy no es
muy probable, pero puede ocurrir más adelante. Porque España, y no sólo
Cataluña, está empezando a dejar de ser el país seguro para invertir
que en los últimos años ha atraído a los fondos norteamericanos que se
han hecho con lo mejor del IBEX 35, bancos incluidos.
Entre tanto, un vistazo al panorama general. Cataluña manda sobre todo
lo demás. Ahora unos y otros están muy entretenidos con una campaña
electoral que, según todos los expertos, dejará las cosas tal y están
ahora desde el punto de vista de la relación de fuerzas. ¿Y luego qué?
Misterio total.
Pero nadie espera ni que Rajoy haga algo nuevo respecto
de lo que ha hecho hasta ahora ni que Ciudadanos, estrella ascendente
hasta que hablen las urnas, sea capaz de inventarse soluciones para
Cataluña. O sea, que la crisis va a seguir, aunque no haya nuevas DUI.
Cualquier modificación de la situación y de las perspectivas dependerá
de las iniciativas de los soberanistas y de sus eventuales aliados.
Los sondeos y las opiniones de algunos analistas apuntan a que el
conflicto catalán está reforzando las posibilidades electorales de la
derecha en el conjunto de España. Que en estos momentos el PP y
Ciudadanos juntos tienen ganadas las futuras elecciones generales. Pero,
prescindiendo de la hipótesis de que estas se adelanten, que no
convendría descartar del todo, aún faltan dos años para que estas se
celebren. ¿Pueden el PSOE y Unidos Podemos revertir esa tendencia en
esos 24 meses?
La recuperación del voto socialista
pasa por un éxito del PSC el 21 de diciembre, por relativo que sea. Eso
no sólo mejoraría la imagen del PSOE entre sus decaídos electores
potenciales, sino que daría a Pedro Sánchez más fuerza para afrontar las
dramáticas contradicciones internas que afligen a su partido y que
amenazan su futuro.
También las perspectivas
políticas y electorales de Unidos Podemos son una incógnita. Ahora los
sondeos no les son favorables. Pero no está ni mucho menos dicho que eso
no pueda cambiar. Dependerá de lo que hagan sus dirigentes, de que
finalmente emprendan un camino más eficaz y convincente del que han
seguido en los últimos tiempos.
A su favor, la desigualdad social
creciente, las injusticias, la dureza intolerable con que el poder y sus
adláteres tratan a los disidentes, entre ellos a Unidos Podemos mismo y
los desastres que antes se han mencionado. Su desafío está en logren
agrupar de ese descontento en torno a una formula política que tenga
visos de que puede valer para algo.
(*) Periodista
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